Los Dientes del Tigre Portugués o El Hombre que Enamoró a Lady Edwina (7)

Otra noche más que no duermo,

Otra noche más que se pierde,

¿Qué habrá tras esa puerta verde?,

¿Qué habrá tras esa puerta verde?

¿Qué habrá?…

 («La Puerta Verde», Los Llopis,

grupo de rock cubano, 1958)

No está de más rememorar la división administrativa del que fuera Estado Português da Índia, al cual solía aludirse con el prosaico acrónimo «E.P.I.». Aquella exótica posesión, principio y fin del señorío luso sobre Oriente, abarcaba tres distritos aíslados, subdivididos, como el Portugal metropolitano, en concejos y parroquías.

E.P.I.

DEPENDENCIAS

SUPERFICIE

CENSOS

(1) Distrito de Goa        L 15° 48’00″N-14° 53’54″N/l 74° 20’13″E-73° 40’33″E islas: Goa; Angediva; S. Jorge; Morcegosenclaves: Tiracol

3.806 km2

589.120 habts. (1960)

547.448 habts. (1950)

(2) Distrito de Damão      L 20° 24′ N/ l 72° 50′ E enclaves: Dadrá; Praganá Nagar Aveli

384 km2

22.242 habts. (1960)

69.005 habts. (1950)

(3) Distrito de DiuL 20° 42′ N / l 70° 59′ E islas: Diu; Sto. António de Simborenclaves: Gogolá; Simbor-Rio Vançoso

52,5 km2

14.269 habts. (1960)

21.138 habts. (1950)

(Cuadro I).- Datos sobre el «Estado Português da Índia». Entre 1930 y 1960 la población de la colonia disminuyó en 12.215 habitantes. La mayor parte de ese decrecimiento tuvo lugar durante el período que media entre 1950 y 1960 (-11.960 habitantes), coincidente con la primera pérdida territorial del Imperio Portugués contemporáneo: la anexión en 1954 de Dadrá y Nagar Aveli por los hindúes. Fué también en dicho año cuando la Unión India llevó a cabo un bloqueo total de los territorios hindo-portugueses que incrementó el flujo migratorio de los goeses hacia otras provincias del Imperio. A título comparativo, Ceuta el antiguo enclave portugués donde Camões sirvió de 1547 a 1550 y que en 1641 optaría por la Corona de España frente a la Restauración de Portugal- cuenta con 19 km² de superficie y 82.376 habitantes, y su actual guarnición probablemente iguala (?) a la de la totalidad del E.P.I. en 1961. Repartir equitativamente la guarnición de 3.500 soldados portugueses entre los tres distritos del E.P.I. habría resultado en poco más de 1.000 soldados por distrito o un soldado por cada 1,2 km2 de territorio.

 

(Fig. 1).- El Arco dos Vice-reis hacia 1609. Visión romántica donde el reclamo turístico sublima la nostalgia. No faltan detalles como un saudadoso tilde de nasalidad o una pequeña cruz naútica apuntando al Oriente. Pero destaca, sobre todo, la representación  de lo que pudo ser el «Arco dos Vice-reis» hacia 1609. En su fachada, al contrario de lo que sugiere el dibujo, predominarían los tonos oscuros del granito verde y no los rojos lateríticos, propios del recubrimiento posterior. Allí, recién arribados del muelle contiguo, los virreyes eran sermoneados en latín por el Senado de Goa y recibían las llaves de la ciudad. Por ese pórtico accedían asimismo, con pompa y boato, al intramuros de Goa Antigua, en procesión por la llamada Via Direita. Es obra de estilo manuelino, edificada por el arquitecto Julio Simão en 1597 en tiempos de Felipe II de España y I de Portugal. Con ella quiso el Virrey Francisco de Gama honrar a su bisabuelo, el Almirante Vasco de Gama. Los enemigos de aquel destruyeron la efigie de éste, que no sería repuesta hasta 1609, siendo sustituída en el ínterin por una imagen de Santa Catalina de Alejandría, en cuya festividad conquistó Goa Alfonso de Albuquerque. En 1606, el Senado de Goa votó reponer la estatua del Almirante pero superponiéndole otro nicho para no desairar a la santa patrona. Ambos nichos se desmoronaron en 1948, eliminándose el de la santa al reconstruirse el arco en 1954 (ilustración procedente, i.a., de http://www.flickr.com, incluída en las secciones «photos emoitas» de «moitas61» y «Xperience Goa group»).

Para extirpar los tres trozos de saudade que componían el Estado Portugués de la India el Doctor Nehru administró una terapia agresiva. Los días que preceden a la «Operación Vijay» –el código hindú para la invasión– son un gran ensayo general. Los navíos de guerra costean impunemente aguas lusas. Cual tábanos de vaca sagrada, enjambres de aviones venidos de Jamnagar, Poona y Sambre revolotean sobre los enclaves. Las razzias del ejército indio en territorio portugués se multiplican. El terrorismo de la guerrilla izquierdista sube de tono: atacan puestos aíslados, ponen bombas y quiebran la moral de las tropas nativas con atrocidades como dejar a los auxiliares goeses malheridos tras ametrallarles los testículos.

(Fig. 2).- El Arco dos Vice-reis antes de 1948. En esta foto con negativo en vidrio, que podría remontarse a la Primera Guerra Mundial, dan vistosidad al monumento encalados y policromías. El arco fué una de las cuatro puertas del palacio de Yusuf Adil Shah, el sultán a quién Alfonso de Albuquerque arrebató Goa. Ante esta fachada hubo muelles, arsenal naval, cuarteles, aduanas, etc. y tras ella el fabuloso patrimonio de Goa Antigua que consumió la incuria. Desde el frontis dórico de granito verde, bajo Santa Catalina de Alejandría y sobre metopas alternantes de astrolabios y gamos, su animal heráldico, Vasco de Gama oteaba las aguas del Mandovi hasta el Mar Arábigo. En 1948 la parte superior del arco se vino abajo (Arquivo Científico Tropical Digital Repository ACTD/Arquivo Histórico Ultramarino, Lisboa, Port.).

(Fig. 3).- Obras de Reconstrucción del Arco dos Vice-reis en 1954. La restauración del principal símbolo de la dominación portuguesa en el Oriente se proyectó entre 1952 y 1954. Las obras comenzaron en 1954, año de gran tirantez en las relaciones con la Unión India. La independencia de este país en 1947 y la insistencia de Nerhu en que los territorios lusos eran «una verruga que debía extirparse» condujeron a las autoridades del Estado Novo a intensificar la recuperación y potenciación del acervo monumental del Estado da Índia para así contar con nuevos argumentos que justificasen la permanencia de Portugal en el Subcontinente. Para coadyuvar a tal fin Lisboa despachó a Goa en 1951 una misión de la Direcçao Geral dos Edificios e Monumentos Nacionais (D.G.E.M.N.) entre cuyos arquitectos destacó Baltazar de Silva Castro, que permanecería trabajando en la colonia durante el período 1950-57. A él se atribuye la totalidad del proyecto de restauración del Arco dos Vice-reis. La obsesión del Baltazar de Silva por suprimir los encalados, dejando el ladrillo visto, no gozó de universal aprecio. Pero, como sucedió con el neo-herreriano franquista, estaba en la mentalidad de la época el intentar revivir una Edad de Oro «majestuosamente sobria» y el purismo del arquitecto buscó recuperar para los monumentos de Goa «su pureza original«. Si la reconstrucción que del arco se hizo en 1954 lo empequeñeció, desposeyéndolo de su anterior donaire y folclorismo, cabe decir en defensa del arquitecto que ni se dispuso de los recursos necesarios para devolver a Velha Goa su grandeza, ni los planes de reconstrucción fueron precisamente grandiosos. Se constata en esta foto el trabajo artesanal y la pobreza de medios puestos en juego para la reconstrucción del Arco dos Vice-reis. Baltazar de Silva prescindió del nicho dedicada a Santa Catalina por tratarse de un añadido (Foto procedente del libro «Capitão Manuel Sidónio Nunes – Um Testemunho de Vida«, por Antonieta dos Santos Nunes & Paulo Cruz, editor A Companhia da Palavra <companhiadapalavra@gmail.com> en Figueira da Foz en Diciembre de 2011).

 (Fig. 4).- El Arco dos Vice-reis entre 1957 y 1959. Posan en traje de faena ante el frontis del reconstruído arco triunfal tres soldados del Batallón de «Caçadores das Beiras«, cuya misión principal consistía en la vigilancia de los monumentos de Pangim y Velha Goa. Eran, sin saberlo, parte de un desesperado envite político que ponía en juego el patrimonio cultural hindo-portugués. El arco fué solemnemente declarado «monumento histórico» en 1932. Testigo y protagonista, durante casi cinco siglos, del día a día del Estado Português da Índia, el «Arco dos Vice-reis» antecede al «India Gate» de Nueva Delhi en 334 años y es la «Puerta de la India» por antonomasia Resultaba inevitable para los reclutas fotografiarse ante este mítico Pórtico de la Gloria de Portugal en Asia. (Foto del Portal «Dos Veteranos da Guerra de Ultramar» en http://ultramar.terraweb.biz).

(Fig. 5).- El Arco dos Vice-reis en la actualidad. Con la Goa Antigua declarada «Patrimonio de la Humanidad» y el pasado portugués convertido en un bien de consumo turístico, se han visto favorecidas las políticas locales de recuperación y conservación de monumentos. Empero, el entorno del arco que muestra la foto es mejorable. Este arco de apariencia modesta mantiene la inoportunidad de cuanto simboliza. En el remate de su cara posterior se repuso el gran relieve de bronce donde una dama coronada se yergue con su báculo sobre un anciano yacente. Donde el nacionalismo hindú vé el humillante sometimiento de un nativo «pagano» al catolicismo inquisitorial europeo, algunos cristianos prefieren ver una sutil reconvención acerca de la primacía de los valores espirituales sobre el ánimo de lucro que acompaña a las conquistas. El interior del arco es un buen muestrario epigráfico. En una de las placas allí expuestas, fechada en 1664, Juan IV se coloca bajo la advocación de la Santísima Concepción, congratulándose del fin del dominio español sobre Portugal. Es copia fiel de un deteriorado original sustituído en 1831 (existen en la metrópoli placas intactas, muy parecidas, del primer rey Bragança). Al lado, con la leyenda «Legítimo e verdadeiro rei Dom Juan IV, restaurador da liberdade portuguesa» puede verse un bajorrelieve del monarca que, espada en mano, alza el pendón concepcionista. La placa más antigua, la que presidía la fachada del monumento, nos recuerda que «Reinãdo El-Rei Dom Phelipe 1º pos a cidade aqui Dom Vasco da Gama 1º Conde Almirante Descobridor e Conquistador de la India sendo Vizo-rei o Conde Dom Francisco da Gama seu bisneto o ano de 97»  No llegó a digerir tanta grandeza la baronesa Brassay, vivaz escritora e incansable viajera británica -poseía un lujoso yate a bordo del cual recorrió los mares con su marido- cuando en su libro póstumo «The Last Voyage to India and Australia in the Sunbeam» (1887), menciona irónicamente la insignificancia del arco lusíada porque al ir a fotografiarlo bastó el salacot de un acompañante para eclipsarlo. De no haber ofuscado dicho casco el objetivo de la cámara de la baronesa, la emulsión de la placa fotográfica se habría velado con el fulgor de luminarias como la participación de Diogo de Couto, el historiador y amigo de Camões, en los fastos que en 1609 marcaron la solemne rentronización de Vasco de Gama en el Arco dos Vice-reis (foto tomada del blog de itinerancias «De volta à Índia» en http://voltaindia.blospot.com).

Cada  provocación  entraña  un  casus  belli   pero es  preciso aparentar que Goa sólo sufre un nuevo embate de la jactancia india y que, terminado el paripé, todo volverá a ser como antes. Sin embargo, el lunes 11 de diciembre los europeos intuyen que esta crisis no es como las anteriores e intentan malvender, sin hallar compradores, muebles y automóviles. El miércoles 13 de diciembre cunde el pánico bancario: la gente se precipita a retirar sus depósitos. Lisboa, consciente de que los días portugueses del Estado da Índia están contados, tiene ya vuelta su mirada hacia Africa y se limita a dosificar la desinformación y el victimismo.  Pese a todo, en la víspera del «Vijay Day» los oficiales del Imperio Lusíada mantienen rutinas como dar unos patacos al mendigo que pide esmolas bajo una higuera de Bengala en el mercado de Pangim, delegar en el sargento goés, políglota y eficaz, el cifrado y descifrado de tediosos comunicados confidenciales o saborear melacólicamente frente al mar, en las frescas noches estrelladas de Margão, los Gibson Martini que mezcla el barman del Bar Longinhos. Son las postrimerías de un mundo que declina. En breve, esos mismos personajes, vueltas las tornas, los vigilarán sin casticismos desde el otro lado de las alambradas de los improvisados campos de concentración de Novalim y Pondá, enfundados en flamantes uniformes del ejército de la Unión India.

(Fig. 6). El dios Visnú y sus avatares. Uno de ellos es «Vijay» o «Arjuna», el arquero invencible. Vijay significa en sánscrito «ofensiva victoriosa». Designar «Operación Vijay» a la invasión de Goa no fué inocente ni casual. Creyente a su manera, simpatizante del hinduismo en su juventud, dudando a veces entre marxismo y catolicismo pero demasiado conocedor de los británicos como para sentirse atraído por el protestantismo imperial, Nerhu valoró en la religión -como Stalin- el factor de movilización, elemento capaz de infundir entusiasmo y militancia al proletariado mayoritariamente hinduista de su patria (ilustración tomada de http://sobreindia.com).

El lunes 18 de Diciembre de 1961 es la fecha oficial del comienzo de la «Operación Vijay«. Nerhu, que es buen escritor y conoce el valor subliminal de las palabras porque con ellas ha enamorada locamente a la esposa del último virrey británico, no ha elegido el nombre en vano. Con la palabra Vijay se designa en sánscrito al «ataque victorioso«. Pero Vijay es también uno de los diez nombres de Arjuna, el arquero divino del Mahabharata y una de las teofanías de Visnú, el dios de dioses, creador, conservador y destructor del universo. Las sagradas flechas de Arjuna buscarán el corazón del Estado Português da India asaeteándolo allí donde verdaderamente palpita: en Pangim, la sede del Gobierno, y en la aglomeración Vasco da Gama-Mormugão, la sede industrial. Para tomarlos, el ejército de la Unión India lanza, en una operación masiva, cuatro ataques: dos por el norte, uno por el este y una maniobra diversiva por el sur. La Marina se encarga del bloqueo naval y de la destrucción de las defensas costeras u otros objetivos a tiro. Los atacantes apoyan su avance saboteando las defensas del territorio con quintacolumnistas e infiltrados. Desde el aire neutralizan artillería y morteros mientras las unidades de ingenieros interfieren transmisiones, ocupan puntos neurálgicos, reparan rutas de invasión e inutilizan aeropuertos. Más o menos lo que cualquier manual militar enseña. Nada a lo cual puedan responder, sin aviación ni carros de combate, unas precarias fuerzas portuguesas lastradas por la bisoñez -las aguerridas tropas africanas han sido sustituídas por soldados de remplazo y alféreces de complemento- y por la mediocridad de su armamento -están equipadas con fusiles Kropatschek modelo 1892 y la artillería, mayormente inútil, apenas puede disparar unas municiones que, procedentes de la Primera Guerra Mundial y de partidas defectuosas o rechazadas por West Point, se han ido pudriendo en las húmedas santabárbaras tropicales-.

Iniciado el asalto, Nerhu-Arjuna se esfuerza por salvar la buena imagen de su avatar pacifista. Las órdenes que ha dado al ejército son estrictas: deben avanzar reduciendo al mínimo las bajas propias y las ajenas. Son casi 50.000 hombres contra apenas 3.500, apabullados por cazas enemigos que cuando localizan concentraciones de tropas portuguesas juegan a volar sobre sus cabezas sin disparar. El ejército hindú, de ejemplar disciplina, cumple así la voluntad de Nerhu. Pese al despliegue propagandístico que ha satanizado a los lusos, presentándolos ante la opinión pública india como esbirros sanguinarios al servicio de una tiranía colonialista cuyas violaciones de los Derechos Humanos nada tiene que envidiar a las de las dictaduras de Hitler, Mussolini y Franco, los invasores actúan casi siempre con calculada contención. Frente al plazo de ocho días para perder la guerra que buscaba Salazar, el Pandit Nehru –conocedor de sus planes– se propuso ganarla en tres. Pero bastaron 48 horas para poner fin a 461 años de soberanía portuguesa.