Publicado en DIARIO MONTAÑES EL 25 JUNIO 2015
Habíamos creído que la democracia consistía en el gobierno derivado de la voluntad de los votantes y nos hemos encontrado con que se sustituye por los intereses de grupos heterogéneos sin un ideario común. Hubo un tiempo en que la Transición se realizó sin mayorías absolutas, sino por consensos que incluyeron a todos. Posteriormente España se ha visto amenazada por una situación crítica al borde de la quiebra económica sin que se consiguiera un pacto de Estado para hacer frente a la situación. Y ahora, se forman heterogéneas coaliciones de partidos, para conseguir mayorías. La corrupción o el deseo de cambio, se esgrimen como excusa, pero ha habido y hay, situaciones extremadamente graves a escala nacional que jamás se intentaron afrontar con políticas de consenso, mientras el ciudadano ve perplejo, como al vencedor se le arrincona y con él a millones de votantes.
A la derecha no le vale ganar las elecciones, sino que tiene que hacerlo por mayoría absoluta. Enfrente, “Podemos” se une a independentistas, los socialistas se apoyan en “Ciudadanos” y si aun no es posible, con todos ellos, con acrobacias políticas cuyo único fin es el desplazamiento del partido que haya obtenido mas votos. ¿Qué tiene de común “Ciudadanos” con “Podemos”?. ¿Qué separa ideológicamente a “Ciudadanos” del partido Popular?. ¿El PSOE asume el nacionalismo independentista?. ¿No existen diferencias entre la socialdemocracia y la ultra izquierda radical?. Si lo que se esgrime es la regeneración, se parte de una base que significa la corrupción misma del concepto de democracia, sustituyendo la voluntad mayoritaria, por la formación de grupos heterogéneos sin más idea común que el rechazo a la derecha, presentada como encarnación de todos los males. ¿No resulta sorprendente que cuando existían y cuando siguen existiendo problemas económicos gravísimos que exigían una política de pactos para hacer frente a ellos, jamás fueron aceptados por la oposición?.
En España se vota contra alguien, más que a favor de alguien. No sirven las ideas, ni la preparación de los dirigentes sino que se sustituyen por el rechazo al contrario. Atrás quedaron los ejemplos de adónde conducen los pactos multiformes que llevaron a la ruina a Cataluña o al desastre del pentapartito de Baleares. Al final, se vuelve a lo mismo y en muchas ciudades y comunidades autónomas se desplaza al ganador por una amalgama de partidos tan solo unidos por el interés en ocupar el poder. Se ha perdido la ocasión de dejar gobernar en minoría a quien haya ganado, escogiendo el camino de arrinconar al adversario por coaliciones de grupos minoritarios. Nada tiene de extraño que aumente la frustración en el votante, viendo cómo su voluntad es sustituida por acuerdos no anunciados en las campañas electorales y que incluso se exhibieron como imposibles. ¿Para qué votar, si al final cualquier malabarismo cambia los resultados?.
La situación es grave, no solo porque supone desvirtuar el deseo de las urnas, sino por las repercusiones económicas y sociales que conlleva. Ya se han anunciado medidas que han alarmado a muchos inversores en un momento en el que España necesita la llegada de dinero que revitalice su economía. Y se sigue sin aprender que la excesiva presencia del Estado y la subvención generalizada, conduce a situaciones de pobreza en vez de solucionarlas. El anuncio de crear bancos públicos cuando el ejemplo de las politizadas Cajas de Ahorro las llevó a la ruina o prometer rentas sociales sin explicar de dónde se va a sacar el dinero, no son más que los primeros dislates que anuncian tiempos de incertidumbre. Ahora se habla constantemente de cambiar las políticas económicas aumentando la protección social con mayores impuestos para los ricos. !Ojalá hubiese tantos en España para que esa fuera la solución!. Pero nadie menciona que el dinero surge del esfuerzo y de la creación de empresas, de reducir los gastos innecesarios y de generar un ambiente que anime a que el inversor extranjero vea atractivo el mercado español. Se proclama la excelencia de una sociedad subvencionada por el dinero del Estado, no de una sociedad dispuesta a esforzarse para crear riqueza.
A los cargos de responsabilidad acceden personajes sin más preparación que su trayectoria como habituales profesionales de la acampada contestataria, del griterío callejero, de la confrontación social, unidos por su afán de cambiar la sociedad sin tener en cuenta si ésta realmente quiere ser cambiada o lo que desea es un buen gobierno. Quienes desafiaron el orden establecido, rechazaban el cumplimiento de las leyes o intentaron asaltar el congreso de los diputados español y el parlamento catalán, son ahora sus ocupantes. Quienes defendían el scratch y el twit injurioso, la lucha callejera, el enfrentamiento contra el orden público, serán los próximos responsables de elaborar leyes, mantener la convivencia y gestionar nuestros dineros.
Cada país tiene lo que se merece y España no es una excepción. Es común la creencia de que los alacranes prefieren suicidarse ante la amenaza del fuego. Lo han hecho millones de votantes de un PP sin ideología, de un PSOE que olvida su responsabilidad, de unos nacionalistas buscando solo la segregación y de una izquierda sumida en las utopías del totalitarismo. De momento solo cabe el recurso a aspirar que la realidad les modere, pero no es fácil que los odios y la escasa preparación personal pueda cambiar de la noche a la mañana. Así que vayan preparándose para los próximos cuatro años.