Lo visto en el Senado de España con la configuración de los grupos parlamentarios me ha recordado a las películas de corsarios y no se por qué…
La definición que la RAE da a Corsario es: “Embarcación y navegante autorizados por su país para perseguir y saquear los barcos mercantes de un país enemigo”.
Es decir, que tienes libertad para saquear las arcas de otros e incumplir las leyes puesto que tu jefe te ha dado “patente de corso”.
Todos tenemos en la mente esas películas anglosajonas en las que los corsarios eran los protagonistas, ¡y los buenos!… Y los buques españoles que asaltaban, que cumplían con la ley, eran los malos.
Lo más triste de esas películas, además del mensaje subliminal que trasmitían, era que al final el héroe era… ¡El Corsario! y a todos nos parecía lo normal.
Nunca lo entendí, hace tiempo que no veo películas de corsarios pero desafortunadamente esta pasada semana el comportamiento, entre otros, del único senador socialista de Cantabria me devolvió a esas películas de blanco y negro.
Durante unos días, un político elegido por los votantes socialistas de Cantabria se enroló en el barco del nacionalismo catalán más anti español con un único objetivo: que los mismos que en todas sus declaraciones muestran su odio y desprecio hacia España, obtuvieran grupo parlamentario propio y con él, el tesoro de subvenciones y recursos que no se ganaron en las urnas, pero que gracias a los corsarios socialistas disfrutarán toda la legislatura.
Debe ser triste y humillante, y revela poca autoestima política, hacerte pasar por nacionalista catalán cuando te han elegido los Cántabros para que les representes. ¿Con qué cara en esta legislatura va a dar una rueda de prensa en Cantabria el senador “cántabro temporalmente nacionalista catalán”?… ¿las dará desde Lérida o Tarragona?…, o ¿hará lo que lleva haciendo desde que es senador en 2011?… a saber: navegar por los mares y océanos de la indolencia y de la prescindibilidad.
O puede ser que se comporte como un corcho en la orilla de la isla tortuga, capacidad para ello tiene pues lleva flotando en política desde 1987, con lo cual puede seguir haciendo lo que ha hecho hasta ahora, esperar a que el temporal surgido a su alrededor con esta “patente de corso” termine y entonces la calma chicha devuelva el corcho a la orilla para seguir flotando plácidamente.
A mi me daría vergüenza aceptar el chalaneo de ser “nacionalista temporalmente” para comprar voluntades de esos nacionalistas, que no quieren ser parte de España y que, por lo visto, tienen aliados entre los que, se supone, que si quieren ser españoles.
Yo antes que senador corsario, preferiría ser aprendiz de Blas de Lezo y plantarle cara al desafío nacionalista, pero yo no soy un corcho… ¡Que le voy a hacer!.