La reacción destemplada del rector de la Universidad de Cantabria y de otros colegas suyos, también de universidades públicas, ante la noticia de que una nueva empresa quiere instalarse en nuestra tierra me tiene “desconcertado”.
Que una empresa quiera invertir en instalaciones, contratar personal y ofrecer un producto que entiende que el mercado demanda, y que además, no solicita que la administración subvencione su producto, sino que serán los propios clientes los que paguen la totalidad del coste de adquirirlo, y como resultado del mismo, si la empresa es capaz de obtener mayores ingresos que gastos, se cumpla el primer principio empresarial que es el de la “supervivencia” de la empresa, debería ser un motivo de satisfacción para todos, incluido el rector.
¿O es que cuando en la Facultad nos explicaban el principio de la libre competencia y del mercado perfecto, en el que todos disponían de la misma información, era simplemente una teoría a estudiar pero no un principio a aplicar?
La Universidad de Cantabria tiene un presupuesto estimado de 126 millones de euros anuales, de los que la mitad proceden del Gobierno Regional (es decir, de nuestros impuestos) y el resto de otras administraciones y escasamente 10 millones se recaudan en tasas y matriculas, si tenemos en cuenta que aproximadamente están matriculados 10.000 alumnos, podemos hacer una cuenta “aproximada” del coste por alumno y año, mas o menos 12.600 euros.
La empresa que se quiere instalar repercutirá directamente en los alumnos el coste total de la matricula, ofrecerá titulaciones complementarias a las de la universidad publica y otras que se solaparan.
El rector pone el grito en el cielo por este solapamiento de titulaciones, pero ¿De qué tiene miedo? ¿De perder alumnos?, pero si las instalaciones de la universidad publica son magníficas, el profesorado supera ampliamente los 1.100 docentes y el coste de la matrícula será probablemente el 10 ó el 15% del coste de la privada, ¿Cómo puede alguien pensar que se elegirá la universidad privada antes que la pública?
Pues aún así, el rector quiere mantener el monopolio docente en Cantabria, no quiere que exista competencia aunque sea más cara, con menos docentes y con menos medios.
No lo entiendo, aunque esta actitud tan contraria a lo que nos enseñaron el la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, me recuerda a la época en la que solo existía Telefónica y las comunicaciones en España eran caras, lentas y anticuadas, es decir, lo típico de un monopolio. Pero todo cambió cuando aparecieron nuevas compañías en el sector de las telecomunicaciones y ahora se puede navegar desde un “smart phone” de última generación adquirido por puntos y comunicarte por Whatsapp, Facebook, Twitter o internet por un precio de 8 euros.
Quizás el actual rector preferiría que siguiéramos comunicándonos con la “góndola” de Telefónica gritando, como en aquel famoso anuncio de los años 60 en el que José Luis López Vázquez decía aquello de, “¡Matilde!”