A TRUMP NO SE LE ESPERA

Publicado en DM 3 agosto 2016

trump-hair         En una Europa convulsa donde amenaza la toma del poder por grupos antisistema y xenófobos, parece posible la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos. Aunque a veces la irracionalidad del electorado condiciona el futuro de un país, esto nunca no ha ocurrido en Estados Unidos. El malestar de Vietnam, las mentiras de Nixon y el desastre económico de Cárter, se pagaron con los triunfos de sus contrincantes. No es el caso actual, donde surge un estrafalario millonario desafiando el estatus, que ha adquirido especial notoriedad por la cobertura mediática que producen tanto el personaje como sus mensajes. Se dice que recoge el voto de quienes hasta ahora han callado y representar el sentir profundo del americano medio dando por sentado que ni la población de color ni los latinos, que le son hostiles, pertenecen a ese segmento de americano medio.

                    En las elecciones americanas los Estados juegan un papel clave, donde los electores elegidos no se corresponden con el voto popular, que debe inscribirse previamente para participar. El sistema electoral depende de 538 delegados provenientes de los 50 Estados y quien consiga 270, es el ganador de la presidencia. Dieciocho de ellos son plazas fuertes donde los demócratas suelen conseguir victorias consistentes y tienen más votos electorales, lo que conduce a que solo ganen los republicanos cuando cuentan con un candidato excelente o tras una situación de grave crisis. La habitual alternancia que cada ocho años ocurre en Estados Unidos entre administraciones demócratas y republicanas solo se rompe cuando estos consiguen encontrar un líder que movilice al país, como hiciera Reagan en los ochenta.

                      La fuerza de Trump, asienta en los Estados menos poblados de la América interior y algunos del sur, incluida la conservadora Texas, en tanto que Hillary Clinton triunfa ampliamente en los de mayor población y número de representantes, como California, Oregón, Nuevo México, Michigan, Maryland, Colorado, Nueva York, Massachusetts, Illinois, New Jersey, Minnesota, Wisconsin, Virginia, Pennsylvania y Ohio, donde puede obtener más de 186 de los 270 votos electorales requeridos para alcanzar la Casa Blanca. Hillary Clinton que, ciertamente no es un candidato carismático, atraerá al electorado moderado independiente e incluso el de muchos republicanos que consideran inaceptable a Trump y además los votos de las minorías étnicas, no tan pequeñas como habitualmente se cree. En su contra está la sombra de la corrupciones que han sido desestimadas por la Corte Suprema de Estados Unidos, pero también cuenta con el recuerdo de la exitosa presidencia de su marido y la experiencia de una larga trayectoria política desde el Senado hasta la Secretaria de Exteriores. Además Hillary Clinton cuenta con el apoyo masivo del voto femenino que ve la posibilidad histórica de que una mujer dirija a Estados Unidos, como ocurrió con la victoria de Obama primer presidente afroamericano cuya popularidad, según las encuestas últimas ha evolucionado hacia una amplia aprobación, con un desempleo de solo el 5 %, la reducción del déficit público, la recuperación del dólar, su gestión con Cuba y acabar con Bin Laden, cerebro de la masacre de las Torres Gemelas

                 Trump necesitaría mirar hacia atrás y observar cómo George Bush triunfó ampliamente sobre Dukakis, Nixon sobre McGovern o Reagan sobre Mondale. Pero lo que más recuerda la actual situación fue el triunfo de Lyndon Johnson sobre Goldwater en 1964, en plena Guerra Fría o el de Obama sobre McCain con Irak y Afganistán ardiendo. En estos últimos casos los candidatos aspiraban a la Presidencia con un discurso agresivo, y los dos fueron ampliamente derrotados. El énfasis de Donald Trump, pretendiendo atraer el voto con promesas radicales de fortalecer América, construir un muro en las fronteras y deportar a los inmigrantes indocumentados, lleva un mensaje de agresividad y catastrofismo sin parangón en elecciones presidenciales previas. Pero ahora que este país se ha convertido en la mayor potencia del mundo y su guardián virtual, no se escuchan los clamores de “traer nuestros chicos a casa ” como ocurría en situaciones previas que determinaron la victoria de otros candidatos, ni genera el entusiasmo que caracterizaba a Reagan o la ilusión de los mensajes de Kennedy, en plena Guerra Fría. Solo se sostiene en el miedo y este nunca llegó a la Casa Blanca, donde no se le espera.

              No será extraño por tanto, un landslide , una victoria amplia, de Hillary Clinton.