Cuando con 17 años (en 1985) me afilié a Alianza Popular, lo hice porque quería luchar por defender unos valores y principios como la libertad individual, la familia, el respeto a la Nación, la defensa de nuestras costumbres y de nuestra increíble historia.
En aquel momento consideraba que Alianza Popular, en una época de dominio hegemónico de un psoe de mas de 200 diputados y una AP de solo 100, era el proyecto por el que merecía la pena luchar por el bien de España.
Desde ese 1985 han pasado muchas cosas, incluso se le ha cambiado el nombre, hoy es el Partido Popular. Con el tiempo el partido se ganó la confianza de los ciudadanos de España hasta lograr alcanzar el gobierno con Aznar, fueron buenos tiempos para el partido a pesar de las amenazas y los caídos por la barbarie terrorista, incluidos muchos compañeros.
Fueron tantos los caídos que no soy capaz de recordar el nombre de todos ellos, pero todos se sacrificaron por defender a España de los totalitarios.
En esos momentos yo me sentía muy orgulloso de pertenecer a ese partido surgido del embrión de Alianza Popular y que llevó a nuestro país a las mayores cotas de crecimiento y paz hasta el punto de acabar con el terrorismo haciéndoles frente y no de rodillas.
Posteriormente el PP tuvo por primera vez mayoría absoluta para gobernar y presentar las reformas que todos los votantes solicitaban pero, sorprendentemente, ocurrió todo lo contrario. El miedo a la izquierda paralizó las decisiones que se debían haber tomando y se produjo una deriva a la inacción, un abandono de nuestros principios, una ausencia en la defensa de nuestros valores que a muchos nos llevaba a preguntarnos si realmente el PP era lo que queríamos.
Reconozco que yo quería pensar que sí, hasta el punto de ver la elección de Pablo Casado como la gran posibilidad de recuperar el impulso y la ilusión de formar parte de un partido que defendiera a España de los ataques frentepopulares que pretenden que nuestra Nación en vez de mirar al futuro se quede anclada en un pasado de odio y de rencor.
Y me engañaba a mí mismo, negando la posibilidad de que el PP fuera ya solo un cascarón vacío de ideología, mientras veía con desconcierto como otro partido si se atrevía a defender y decir lo que yo creía que debía decir y defender el PP.
Los meses que han pasado desde la elección de Casado han sido un espejismo para el pp de Cantabria, donde se permite mantener una estructura podrida desde la raíz de su elección aceptando lo inaceptable en democracia.
Me resistía a creer que después de llevar 33 años afiliado al PP ya no me unía nada a él, hasta que me di cuenta de que el partido al que me afilié en 1985 sigue existiendo aunque no con esas siglas.
Hoy en día los valores y principios por los que me incorporé con toda la ilusión a Alianza Popular siguen vigentes y los representa VOX.
Quiero formar parte de un nuevo proyecto ilusionante, quiero ser de VOX, con la misma ilusión con la que me afilié en 1985, con las misas ganas de trabajar y colaborar en mejorar Cantabria y España. Desde la posición en la que comencé en aquél momento, trabajando en las mesas en las calles de Cantabria, interviniendo en los medios de comunicación, como apoderado e interventor o en cualquier lugar donde mi aportación y trabajo a VOX permita defender y mejorar los principios que nos unen.
Por ello he decidido no seguir teniendo que justificar lo injustificable ni mintiéndome a mi mismo, he decido defender aquello en lo que creo y por eso
Vuelvo a casa ¡Vuelvo a VOX!