«Deus nos guarde de ano que entra com abade e sai com frade«
(refrán, «Nos libre Dios del año que empieza con abad y acaba con fraile»)
Nehru, escopeta en mano sobre el enorme elefante hindú, aguardaba pacientemente los frutos de la incesante aproximación de todos sus batidores a la guarida del tigre portugués. El 8 de Agosto de 1955 la Unión India ordena clausurar la Embajada de Portugal en Nueva Delhi, abierta pese a haber abandonado la suya en Lisboa los indios el 11 de Junio de 1953. El 1 de Septiembre de 1955 la India rompe todos los lazos diplomáticos y consulares con Portugal, sellando las fronteras con los territorios lusitanos. Desde el 14 de Diciembre de 1955, fecha de su ingreso en las Naciones Unidas, Portugal intenta asegurarse el apoyo unánime del grupo de naciones iberoamericanas, pero México se desmarca y ofrece a la Unión India sus influencias en América Latina para «ejercer presión sobre los portugueses en el tema de Goa«. En 1956 los hindúes comienza a apoyar sin disimulos a la guerrilla goesa –Los Azad Gomantak Dal– que, envalentonada, destruyen importantes instalaciones mineras en la localidad de Sirgão. En 1957, aprovechando el fin de la construcción de dos aeropuertos en Damão y Diu para mantenerlos enlazados con Goa, el ejército hindú despliega baterías antiaéreas en zonas próximas y amenaza con derribar cualquier aeronave que viole el espacio aéreo indio durante las maniobras de despegue o aterrizaje.
Los intentos de estrangular a la India Portuguesa por la vía del bloqueo económico no consiguen su objetivo. Fundamentalmente porque el nivel económico de Goa siempre fué más alto que el de su vecino. El Estado Portugués de la India se defiende diversificando las importaciones y buscando nuevos mercados. El arroz se compra en Birmania y Pakistán, las patatas en Holanda, las naranjas en Israel, la carne en Argentina y Sudáfrica, el azúcar en Mozambique. Toda la producción de hierro y manganeso se coloca, de inmediato, en Japón y Europa. La tradicional emigración a ciudades como Bombay cambia de rumbo y los emprendedores goeses comienzan a establecerse en el Portugal metropolitano y en las provincias del Imperio, sobre todo Mozambique. El bloqueo crea así un paradójico bienestar que, en 1958, obliga a la India a levantar parcialmente, la prohibición a sus nacionales y residentes extranjeros de viajar a los enclaves portugueses.
En internet se repiten las citas sobre una pretendida propuesta, en 1956, del entonces Embajador de Portugal en Francia, Marcello Duarte –una de las grandes figuras de la diplomacía portuguesa de todos los tiempos–, secundada por el mismísimo Oliveira Salazar, destinada a determinar el futuro de Goa mediante consulta popular. Según dichas citas la propuesta no progresó debido a la oposición frontal de los ministros de Asuntos Exteriores, Marcelo Caetano, y de Defensa, Júlio Carlos Botelho Moniz, aunque en 1957 volvería a replantearla el General Humberto Delgado. Ni estaba en el ánimo de Salazar crear precedentes «peligrosos» para el resto del Ultramar lusitano ni el después golpista democrático Botelho Moniz, partidario de la descolonización y hombre de los Estados Unidos en Lisboa, se hubiese opuesto a tal iniciativa. De hecho, Nehru temía que de llevarse a cabo un referendum en el Estado Portugués de la India los resultados podrían volverse en contra suya. Oliveira Salazar también. Por eso ambos líderes rechazaron cualquier tipo de consulta. Gracias a ellos nunca sabremos cuáles eran las aspiraciones de los goeses respecto a su futuro político.
Sin que los años anteriores pudieran llamarse «buenos», 1961 fué el verdadero «annus horribilis» de António de Oliveira Salazar.
El 21 de Enero de 1961 tiene lugar un imaginativo golpe de mano: el secuestro del trasatlántico portugués «Santa María». Se trataba del segundo buque de la flota mercante lusitana, un lujoso navío que, además de transportar emigrantes y ofrecer servicios de crucero, reforzaba las comunicaciones entre Portugal y sus provincias ultramarinas. La operación fué concebida por el nacionalista gallego Xosé Velo Mosquera a requerimiento del general Humberto Delgado. La ejecutaron 26 voluntarios del grupúsculo caraqueño «Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación» (13 portugueses, 11 españoles y 2 parientes venezolanos del «Comandante Sotomayor«, ex-marino republicano de Pobra do Caramiñal, obsesionado con demoler las colonias europeas). Mandaba a los secuestradores el «Comandante Galvão«, Henrique Carlos da Malta Galvão, ex-capitán del Ejército Portugués. Henrique Galvão era más conocido en Madrid como escritor –»Kúrika: los Habitantes de la Selva«, Revista Literaria Novelas y Cuentos (1955) y «La Vida y la Muerte en la Selva«, Colección C.Y.S., Editorial Paraninfo (1955)– que como revolucionario. Se unió a las filas del anti-salazarismo cuando el dictador lo sancionó por sus informes y advertencias siendo Inspector Superior de la Administración Colonial en Angola y Mozambique. Galvão había criticado duramente la existencia del «trabajo obligatorio» al que estaban sometidos los indígenas. Propugnaba «largos años de benéfica presencia de un Portugal democrático y moderno en Africa para terminar de europeizar a las tribus negras«. Los secuestradores de la «Santa María», rebautizada «Santa Libertade» –descartado un golpe de mano contra las islas españolas o portuguesas del Golfo de Guinea– ponen proa a Luanda para desencadenar allí la revolución anti-salazarista. Pero el 2 de febrero, escoltado por navíos americanos, termina la aventura corsaria en el puerto de Recife. Los revolucionarios son recibidos por Humberto Delgado y Brasil les concede asilo político. La corbeta lusa «Pedro Escobar» fondeará en las inmediaciones, dispuesta a hundir al trasatlántico a cañonazos en la eventualidad de que sus ocupantes cambiasen de idea. No muy lejos de allí, el crucero español «Canarias» recibe órdenes de abandonar la persecución del «Santa Libertade» y zarpar hacia la Guinea Española.
Años después, desde el Gabinete de Prensa del Presidente venezolano Rafael Caldera, para el cual trabajaba, Celso Emilio Ferreiro, el gran poeta del exilio gallego, rememorará «aquela fermosa tolería» (aquella hermosa chaladura). Tolería que el «Comandante Galvão» hará aún más fermosa osando pronunciar en las Naciones Unidas, el 13 de Diciembre de 1963, un memorable discurso sobre la «Cuestión Ultramarina Portuguesa» donde recordó que los nacionalistas africanos, peones de la Guerra Fría, «hacían el juego a Moscú o a Washington» e «ignoraban la realidad tribal y conflictiva del continente«, mostrándose partidario de que las colonias lusas se integrasen en una federación con el Portugal metropolitano. Sus alegatos en contra de las descolonizaciones precipitadas y politizadas le valdrían la repulsa de un escandalizado grupo de naciones africanas, la ruptura con el General Delgado, el desprecio de la izquierda y el anatema de los demás opositores al Estado Novo. En 1970, Henrique Galvão, olvidado de todos y olvidado de sí mismo a causa del mal de Alzheimer, falleció en São Paulo.
La sintonía entre el rapto de la «Santa María» y el ataque a centros de la capital angolana, se ha atribuído -con razón o sin ella- a la coordinación entre los comunistas y al espionaje soviético. El 4 de Febrero el marxista MPLA (Movimento Popular de Libertação de Angola), en el cual militaban élites negras de Luanda y la etnia Umbundu, se habría beneficiado de esa coordinación para llevar a cabo acciones armadas contra la Prisión Militar del puerto de Luanda, la emisora Cadena Civil en el distrito Luanda-São Paulo y el Destacamento de Policía de la carretera de Catete. Aunque murieron varios policías, la rebelión fué sofocada ese mismo día.
Sin embargo, Holden Roberto, fundador en 1954 de la organización tribalista UPNA (União dos Povos do Norte de Angola), sublimada en la nacionalista UPA, fué quién verdaderamente aprovechó el éxito de la acción del Comandante Galvão como trampolín político. Educado por misioneros baptistas norteamericanos de entraña anti-colonialista, fué un ferviente anticomunista que se ganó el apoyo de los Estados Unidos –al punto de ser incluído en la nómina de la CIA– como presidente in pectore de una futura Angola independiente. Gracias a su estrecha relación personal con el Presidente Habib Bourguiba, éste había comenzado a armar a los rebeldes de Holden Roberto valiéndose del contigente tunecino de Naciones Unidas estacionado en el Congo, entrenándolos en locales de la Delegación de Túnez en Kinshasá.
El 4 de Marzo la Administración Kennedy, temiendo otra descolonización tan catastrófica como la del Congo Belga, dió orden a su Embajador en Lisboa, C. Burke Elbrick, de prevenir al Ministro de Defensa de Portugal, General Júlio Botelho Moniz, acerca de los preparativos de la UPA. Por desgracia, el general estaba demasiado enfrascado en su propia intentona para derrocar a Salazar y no prestó la atención que el aviso merecía.
El 15 de Marzo, 5.000 seguidores de Holden Roberto, miembros como él de la etnia Bakongo, fueron incitados a sublevarse contra una presencia portuguesa de más de cuatro siglos, en lo que fuera parte del antiguo Reino del Congo. El mantenimiento del trabajo obligatorio había abonado el terreno para la insurrección. Los brujos se habían ocupado de limar dientes y repartir amuletos contra las balas y milongos (bebedizos) que daban invisibilidad y coraje. Aunque no faltan quienes ensalzan aquella ocasión como «el arranque glorioso de la liberación de Angola«, en realidad no fué sino una orgía de sangre en la que murieron, bestialmente asesinados, más de 1.000 blancos y 8.000 trabajadores negros a golpe de catana (machete). El derroche de sadismo, canibalismo, hechicería e inhumanidad desplegado por la horda de bakongos en sus matanzas solo encuentra parangón en las revueltas de los esclavos haitianos en 1791 y, en definitiva, no hizo sino cerrar las perspectivas de una independencia civilizada para Angola abriendo un largo ciclo de violencia. Holden Roberto se hallaba visitando la sede las Naciones Unidas en Nueva York cuando comenzaron a llegar los espeluznantes detalles de la chacina (masacre con despedazamiento) y, según sus propias palabras: «estaba entre blancos y no tuve valor para reivindicar la acción«. Al final lo hizo porque temía que el MPLA terminara por atribuírsela. Puede que el cristianísimo pupilo de Washington temiera por el futuro de su nómina en la CIA de conocerse su responsabilidad en aquel desvarío.
Ante la caída de todo el Norte de Angola y el avance imparable de los rebeldes, los portugueses echaron mano de la improvisación. Los paracaidistas, envíados desde Lisboa en los Lockheed Super Constellation de la compañía TAP, estaban combatiendo contra los insurgentes a las 48 horas del primer ataque. Los pequeños monomotores T-6 Texan, un ruidoso pero sólido avión de entrenamiento, se convirtieron en una valiosísima ayuda al poder montar ametralladoras, bombas y cohetes. Los aviones Noratlas de transporte, que habitualmente transportaban un pasaje de 50 personas, llegaron a despegar con más de 240 personas a bordo. Se importaron armas de Inglaterra. Se utilizó el material de la OTAN. Se reconvirtió un ejército pensado para combatir a la Unión Soviética en Europa en unidades móviles anti-subversión apoyadas por comandos y tropas nativas. Se hicieron colectas para comprar ambulancias en la Metropoli. En aquellos momentos la prioridad era Africa y la consigna de Salazar fué dirigirse a Angola «rapidamente e em força» (de forma rápida y contundente). Gracias a ello cambió el curso de los combates y fué recuperado todo el terreno perdido. Al precio de una represión que presuntamente costó alrededor de 5.000 muertos y el éxodo de la décima parte de la población angoleña al Congo ex-belga («Orgueilleusement Seuls?: La résistance coloniale portugaise à Goa durant la Guérre Froide et la Décolonisation 1955-61«; Sandrine Bègue, 2005, Univ. de Rennes; Lettres du C.I.D.I.F., Lettre nº34/35, Nov. 2006).
Del 25 al 31 de Marzo de 1961, tiene lugar la 3ª Conferencia Popular Panafricana del Cairo, cuyos delegados legitiman el uso de la fuerza para liquidar el Imperialismo y aprueban una serie de mociones sobre Argelia, Camerún, Sudáfrica, el Congo y las colonias portuguesas.
El 27 de Marzo el Secretario de Estado norteamericano Dean Rusk, alarmado, se desplazó a Lisboa para presentar un plan de autodeterminación para las colonias portuguesas. Propuso darles la independencia después de un período de transición de 8 años, tras el cual decidirían, mediante referendum, el tipo de asociación que deseaban mantener con la Metropoli. A cambio de ello la OTAN concedería a Portugal quinientos millones de dólares para modernizar su ecomía. António de Oliveira Salazar rechazó rotundamente la oferta.
La intransigencia del Jefe de Gobierno portugués había cerrado la puerta a cualquier negociación política susceptible de proteger casi cinco siglos de cultura lusitana y especificidad goesa. Además, había sacrificado la defensa del territorio al reducir sus efectivos -que incluían tropas de élite mozambiqueñas- de 12.000 a 3.500, retirando un buque de guerra de la zona. El gambito de António de Oliveira Salazar anticipaba tres jugadas: (1).- Necesitaba esas fuerzas en Africa; (2).- Era inútil reforzar las defensas del Estado da Índia mientras la Unión India estuviese en condiciones de rebasar «n» veces cualquier escalada militar portuguesa. (3).- Una agresión militar del Sri Pandit Jawaharlal Nehru contra los indefensos enclaves lusos llevarían el estigma de «uso excesivo de la fuerza» y de traición a los principios gandhianos. Este planteamiento era correcto pero con una premisa equivocada: suponer que Nehru era pacifista antes que político. Después del Pandit nadie ha osado -salvo las organizaciones de propaganda soviéticas- proclamar el «pacifismo» como norma creíble de política internacional.
El 1 de Agosto de 1961 el recién independizado Dahomey quiso dar un empujón más al andamiaje colonial portugués que, contra todas las previsiones, había resistido en Angola. Lo hace ocupando la minúscula fortaleza interior de São João Baptista de Ajudá. El Primer Ministro portugués debió experimentar entonces una irremisible sensación de «déjà vu«. O algo peor: la saudade del destino inexorable. Y Nehru, al otro lado del mundo, seguramente viajaría de nuevo al futuro para ver el mapa donde empezaban a borrarse los enclaves lusos en la India. Administrada por Portugal desde las islas de Santo Tomé y Príncipe, la fortaleza era la más pequeña unidad política del mundo reconocida por las Naciones Unidas: un fortín del siglo XVII, de apenas 1 km2, consistente en una muralla con cuatro torres esquineras que encerraba una iglesia y un edificio administrativo. Al ser ocupado el mini-enclave por policías dahomeyanos, lo guarnecían dos personas. Antes de ser detenidos y puestos en la frontera con Nigeria, el administrador portugués y su ayudante cumplieron con las órdenes recibidas e incendiaron la residencia principal. De pobre valor estratégico la plaza era rica en historia. Fundada hacia 1680, fué administrada por Brasil entre 1721 y 1730 por conveniencias del tráfico de esclavos y permitió a Portugal ejercer un protectorado de hecho sobre Dahomey -cuya lengua diplomática era el portugués- al cual puso fin la colonización francesa. La ocupación de São João de Ajudá no fué reconocida por Portugal hasta 1985. La Fundación Calouste Gulbenkian de Lisboa financió en 1987 la reconstrucción y transformación del fuerte en museo, salvando así los símbolos de una lusitanidad que, de otra forma, se habrían tragado el cemento y el asfalto de la bulliciosa ciudad de Ouidah, en la actual República de Benín.
En Septiembre de 1961, la Primera Conferencia Cumbre de Belgrado instituyó el «Movimiento de Países no Alineados» y sirvió de caja de resonacia al descontento de cuantos, esperando una mayor ayuda de la India para combatir a Portugal en Ultramar, se sentían defraudados por el inmovilismo de la no-alineación hindú. Las cosas ya no eran tan fáciles como en 1955, a raíz de la Conferencia Afroasiática de Bandung. Aquellas jornadas triunfales consagraron el liderazgo del Pandit Nehru en el emergente «Tercer Mundo«, elevándolo a la altura de mitos políticos como Sukarno, Nasser, Tito, o Kwame N’Kruma. Bastaba suscribir los genéricos «Diez Princípios de Bandung» para sentirse gurú de la lucha no violenta con poco más allá que una retórica condenación del «colonialismo portugués». Pero, seis años después, la presión anti-portuguesa es cada vez mayor en las conferencias panafricanas y asambleas afroasiáticas y empieza a esperarse «algún» gesto de apoyo hindú a la lucha por la liberación de los territorios portugueses.
En los cuatro días de duración del Seminario sobre Colonialismo Portugués celebrado en Octubre de 1961 en Nueva Delhi y Bombay, con la participación de numerosos países africanos, los más radicales consideran la desaparición del Estado da Índia imprescindible para desencadenar la revolución en toda el Africa portuguesa. Corren rumores sobre la «blandura» de Nehru con los enclaves portugueses y su incapacidad para liderar el mundo afroasiático. En cambio, la figura del nacionalista Krishna Menon, Ministro de Defensa hindú, está en alza.
Intelectual brillantísimo –fué co-fundador de las archiconocidas bibliotecas de libros de bolsillo Pelican y Penguin–, zelota anti-imperialista y creador de la idea de «no-alineación», Menon es tan detestado en Occidente como amado en su patria. A dos meses de las elecciones, acosado políticamente por la creciente popularidad de su rival, el Pandit Jawaharlal Nehru, siente peligrar su permanencia como Primer Ministro de la Unión India y líder del Partido del Congreso. Forzado a elegir entre practicar el pacifismo o conservar su puesto, Nehru eligió lo segundo. Aprovechando la convocatoria de una gigantesca manifestación en Bombay en apoyo de las conclusiones del Seminario sobre Colonialismo Portugués, Nehru se quita la máscara y lanza un discurso tan falso como radicalizado: «Los acontecimientos de Goa nos obligan a replantear nuestra posición; es sobre todo en estos últimos meses cuando hemos ido conociendo los casos de tortura y el régimen de terror que allí han impuesto los portugueses. Cuando digo replantear quiero decir que los portugueses no nos dejan más alternativa que utilizar otros medios para resolver este problema. No puedo adelantar cuándo o cómo vamos a hacerlo. Pero que nadie dude de que, pronto, Goa será libre«. Ha dicho lo que los nacionalistas querían oír y la multitud, enardecida, le aplaude. Cuenta con el apoyo de la Unión Soviética y del Movimiento de los No Alineados y con la indiferencia de los Estados Unidos y de Europa.
El 10 de Noviembre tiene lugar la «Operação Vagô«, el primer secuestro de un avión con fines políticos. Lo ha planificado el «Comandante Galvão» y lo ejecuta el revolucionario Hermínio da Palma Inácio. Éste, tras hacerse con uno de los inefables Lockheed Super Constellation de la TAP que cubre la ruta Casablanca-Lisboa, obliga al piloto a simular un aterrizaje fallido en Lisboa y sobrevuela la capital, Barreiro, Beja y Faro, lanzando 100.000 panfletos con un manifiesto del «Frente Antitotalitária dos Portugueses Livres do?Estrangeiro» que denuncia la falsedad de las próximas elecciones para la Asamblea Nacional. Los dos cazas Sabre F-86 que despegan de la base de Monte Real no consiguen interceptar a la aeronave y, de regreso a Marruecos, los duchos pilotos de la TAP evitan ser el objetivo de la artillería de dos buques de guerra portugueses volando entre ellos a ras del agua. Los secuestradores terminarán brindando con el champán de a bordo por el éxito de la operación y obsequiando con una rosa a todas las pasajeras. El nombre que recibió la operación posee magia propia. «Vagô» significa incierto, vacante y vacío, pero también es «tigre» en hindo-portugués. En 1966 Henrique Galvão publicará, desde su exilio brasileño, «O Homem e o Tigre: Vagô» («El Hombre y el Tigre«). Pero si «el Coronel no tiene quien le escriba«, tampoco tiene ya el Comandante quién lo lea…
FIN DE LA CUARTA ENTREGA
(CONTINUARÁ)
Los textos aquí incluídos son de mi autoría aunque puedan inspirarse genéricamente en narraciones anteriores de hechos reales, por lo general bien conocidos y ampliamente comentados. Cuando las citas son literales se ha incluído su origen. Los trabajos firmados por «Jaime García-Rodríguez» o «Jaime Colson-Pueyo» que aparecen como «entradas» en el apartado «Memorias de un Excéntrico» del blog «opinioneslibres.es» están protegidos por las leyes de derechos de autor en vigor y ha sido registrados en régimen de copyright. He hecho todo lo posible para localizar a los autores o propietarios de las fotos y grabados que se incluyen, citándose en todo momento su origen. Los autores que lo deseen pueden ponerse en contacto conmigo para que las retire o añada información, si ese es su deseo. Gracias a todos. Jaime García-Rodríguez y A.