«Noches de Moscú»

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«Noches en el entorno de Moscú»

No se oye ni un susurro en el jardín,
Todo enmudece hasta el amanecer
¡Si pudieras imaginar lo que para mí significan
esas noches en las afueras de Moscú!
El río que fluye y no fluye,
Es plata pura de luz de luna.
Se escucha una canción que no se escucha,
En esas noches tranquilas.

Mijail Matusovski (1955)

La conocida canción «Noches de Moscú» es una de mis preferidas. No podía faltar en el cabaret Tropicana durante la época más soviética del comunismo cubano; tampoco en el repertorio de los Coros del Ejército Rojo; ni en los supermercados norteamericanos en la sedante versión de la Orquesta y Coros de Ray Conniff. Incluso existió una interpretación inolvidable -por lo mala- a cargo del vetusto «Duo Dinámico». La retransmisión de esta canción por onda corta sirvió a los servicios exteriores de la radio soviética como código secreto para alertar a los espías infiltrados en Occidente. En la actualidad es la sintonía horaria de varias emisoras. El título español de la canción proviene de la traducción al inglés de «Podmoskovnye Vechera» como «Moscow Nights» o «Midnight in Moscow«. Read more »

«14 de Febrero, San Valentín»

«Un gran amor es el alma misma de quién ama»
José Enrique Rodó (1871-1917)

Me ha venido a la mente una popular cita del «Ariel», diatriba antañona donde el pensador uruguayo José Enrique Rodó identifica a los Estados Unidos con el «Reino de Calibán», feudo del materialista personaje shakesperiano de «La Tempestad» y antítesis de la riqueza de valores espirituales y morales que son, según Rodó, la esencia de una Iberoamérica de raíces grecolatinas. Mal podía prever el ensayista que al mundo le aguardaban materialismos peores con la entrada en escena de otro reino, el de Talibán. Read more »

«El Ummo Ciega Tus Ojos»

Mi egipcio es especial,
qué olor, señor.
Tras la batalla
en que el amor estalla,
un cigarrillo
es siempre un descansillo
y aunque parece
que el cuerpo languidece,
tras el cigarro crece
su fuerza, su vigor.

(«Fumando Espero», letra de Félix Garzo y música de Joan Viladomat)

Con algo de miedo a una Ley Antitabaco -penúltimo rabotazo de este gobierno malherido- con clara vocación de pisotear colillas y ciudadanos, me atrevo a rememorar, bien sea tímidamente, la estrofa menos conocida del «Fumando Espero«, tango sicalíptico que en 1922 se convirtió en el himno rebelde y calavera de la juventud perdularia y tragahumos de Barcelona. Empero, no es prudente ir más allá. La corrección política y el miedo a tener el teléfono intervenido o a ver mis cuentas bancarias controladas y mis declaraciones de impuestos auditadas, han cohibido el deseo de reproducir el elogio a un Cohiba insigne, recurrente leit-motiv de las coplillas atabacadas que cantaban los reclutas franquistas de 1960, pica al hombro, ensalzando el «caliqueño» inacabable al cual daba yesca una transpirenaica de nombre «Dominique», hembra militarista y nicotinizada, cuyo perfil bastaría para desencadenar las cóleras y decretazos de todas las endiosadas diosecillas que nos desgobiernan desde el Olimpo más atiborrado de ídolos que jamás hayan conocido los contribuyentes paganos de esta Hispania sin Viriatos. Read more »

«La Casa de la Palabra junto al Mar»

Esto sólo hallé de lo que escribió de edad de 20 años. Pasó a la India Oriental, inclinado a ver más mundo que la estrecheza de la patria, donde, por necesidad, servía con algo de marcial y belicoso ingenio. Perdióse en él el mejor de aquella edad…

(Lope de Vega –sobre Pedro Medina Medinilla- en “La Filomena”, 1612)


La Guinea Ecuatorial que fué española nos desveló una tradición, la de las llamadas “Casas de la Palabra”. Eran lugares privilegiados de diálogo tribal. Cabañas bajo cuyos techos trenzados con pencas de palma daban consejo los sabios, discutían querellas y litigios los jefes, y una generación transmitía a la siguiente su experiencia. Read more »

«El Sueño de la Razón»

«In the fevered state of our country, no good can ever result from any attempt to set one of these fiery zealots to rights, either in fact or principle. They are determined as to the facts they will believe, and the opinions on which they will act. Get by them, therefore, as you would by an angry bull; it is not for a man of sense to dispute the road with such an animal.»

Thomas Jefferson (1743-1826), Padre de la Patria y Tercer Presidente de los EE.UU.

(En la crispación que vive nuestro país, no vamos a sacar nada en limpio intentando hacer entrar en razón a ninguno de esos fanáticos sectarios, ni con hechos ni con razonamientos. Ya han decidido de antemano aquello en  lo qué van a creer y cuáles son las ideas que dictarán sus actos. Evitadlos, pues, como se evita a un toro bravo, ya que a nadie con dos dedos de frente se le ocurriría plantarse delante de semejante bestia para discutir quién tiene prioridad de paso).

Durante los días de «crispación» en los que Thomas Jefferson, fundador del Partido Demócrata?Republicano, fué el tercer Presidente de los Estados Unidos de América, hubo de batallar contra la falta de escrúpulos de un sectario Partido Federalista cuyos miembros maquinaban sin cesar en contra suya. Y aunque él mismo se haya visto acusado más de una vez de haber sido tan fanático y sectario como sus enemigos políticos, al fin del día nadie se atrevería a discutirle el lugar señero que para sí y para su país ganó en la Historia.

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«Un regusto ligeramente amargo»

«Sapore di sale, sapore di mare,

un gusto un po’ amaro di cose perdute,

di cose lasciate lontano da noi,

dove il mondo è diverso, diverso da qui.»

(Sabor a sal, sabor a mar

El regusto ligeramente amargo de las cosas perdidas

De las cosas que dejamos lejos de nosotros

En otro mundo distinto a éste)

(«Sapore di Sale», Gino Paoli 1963)

Nadie sabe con certeza donde reside el alma humana. Se oculta en algún templo secreto perdido en la impenetrable jungla neuronal. Donde retumba el tam?tam de la conciencia y centellean las sinapsis que traducen nuestro mundo al lenguaje de los impulsos nerviosos. Nadie, jamás, podrá alcanzar ese lugar porque desde el cerebro trasciende el tiempo y el espacio. Y en la ruta que lleva a él acechan, feroces, las falsas memorias, las lembranzas del futuro, los remordimientos, los olvidos y las fantasmagorías imposibles.

El párrafo anterior no es la introducción a un ensayo epistemológico. Simplemente es un forma de «cubrirse las espaldas«. Puesto que voy a hablar de un breve viaje a Mónaco que tuvo lugar a mediados del siglo pasado y hay en mis recuerdos más de la vaporosa variabilidad de las nubes que de la fijeza de las obsesiones, nadie debe sentirse aludido. Como los políticos, me he reservado el privilegio de mentir y de ocultaros las verdades que hay en mi alma. Respetad tal privilegio y consolaos pensando que nunca os vereis en la tesitura de votarme y no correis, por tanto, el riesgo de que os gobierne un embustero.

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Memorias de un Excéntrico

«The writer who aims at producing the platitudes which are “not for an age, but for all time” has his reward in being unreadable in all ages…. The man who writes about himself and his own time is the only sort of man who writes about all people and about all time»

(El escritor empeñado en crear estereotipos válidos «ahora y siempre» acaba por no ser leído nunca… La persona que escribe sobre sí y sobre su propio tiempo es la que de verdad nos acerca a las gentes de todas las épocas)

(Bernard Shaw)


Del árbol de la vida creció la foresta de la Humanidad, bosque mágico que pueblan, en vez de troncos, calendarios. Pero aunque las hojas de cada uno de esos almanaques sumen una vida y su número sea perenne, el color y textura de los días que atesoran no es el mismo.

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Opiniones libres