Calidad democrática en España

El 15 de junio de 1977 fuimos a votar por primera vez las Cortes constituyentes de la recién estrenada democracia, el seis de diciembre de 1978 votamos el referéndum constitucional en donde aprobamos, negro sobre blanco, el marco legal de la democracia española.

Así fue, en dos votaciones dejamos encarrilado legalmente el régimen de libertad, pero no basta, no es suficiente, democracia es más mucho más que ir a votar cada vez que se convocan elecciones, ya sean estas generales, autonómicas. municipales o europeas. Es en primer lugar el control de los gobiernos, también la participación efectiva en la vida pública si así se quiere, la separación de poderes no prostituida hasta convertirla en una mera separación de funciones y respeto a los contrapoderes del Estado, no infectando la composición de los mismos hasta hacer imposible su teórica misión fiscalizadora.

En España, al mismo tiempo que han ido pasando etapas y fuimos ingresando tanto en la NATO como en la Unión Europea y consolidando en un trayecto que ya cumple cuarenta y seis años el régimen democrático, vemos sin embargo como la calidad de esta nuestra democracia se ha ido deteriorando hasta asomarnos al precipicio de la no democracia.

El principal defecto y lo es desde la Constitución del 78 se sustancia en  la separación de poderes. Así el Jefe del Partido encargado de formar Gobierno además  del lógico y constitucional encargo de formar y dirigir el Ejecutivo, controla la mayoría del Legislativo, pues los diputados que forman esa mayoría han sido colocados en las candidaturas bajo supervisión suya, cuando menos, lo que les convierte en especialmente «sensibles» a los deseos legislativos del jefe.

El Judicial tampoco es ajeno a esta situación, puesto que el ejecutivo y la mayoría legislativa controladas por la misma persona se ponen en funcionamiento para articular los mecanismos que permitan colmatar de propios y / o afines desde el Tribunal Constitucional hasta el Consejo General del Poder Judicial, del que dependen los nombramientos del multitud de cargos, además de pastorear otras instituciones  de control como el Tribunal de Cuentas, el Defensor del Pueblo, la Autoridad Fiscal o intervenir directamente en otros del calado del Instituto Nacional de Estadística y el Banco de España. No sea que les de por emitir informes o estudios que no estén debidamente pastoreados por los conmilitones interpuestos.

Estos comportamientos se alejan de los principios sobre los que se sustenta la democracia, en donde el ventajismo del poder se ha  utilizado hasta para cerrar el Congreso y de esta manera evitar el control parlamentario, llegando a convertir el Decreto Ley en un hábito hasta el límite de lo admisible en un régimen parlamentario.

Es aquí precisamente, en el legislativo, en donde se puede encontrar el mecanismo que ayude a la separación de poderes efectiva, sería muy conveniente modificar el sistema de listas cerradas y bloqueadas que presentan los partidos para proceder a una elección directa, nominal y mayoritaria,  en circunscripciones electorales más pequeñas de los diputados,  que dependerían mucho más de los votantes y menos del jefe del partido.

En España estamos encaminándonos hacia una democracia tan imperfecta que se parecerá más a una dictadura que a una democracia real, la de separación de poderes, la de organismos fiscalizadores independientes, la que no utiliza la hacienda, la fiscalía ni la policía para amedrentar a los disidentes o proteger a los propios. Es la calidad de las instituciones la que expulsa la corrupción la arbitrariedad de su seno y protege a los ciudadanos.

El mejor sistema de libertad política, prosperidad económica y estructura social construido se está poniendo en cuestión en España por los autócratas de una parte y los pánfilos de otra, ha llegado el momento de defender la democracia, luego cuando vivamos en una dictadura no habrá solución y no tendremos derecho a la queja por lo que no se supo defender.

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