En defensa del automóvil

Hay más tontos que ventanas. Popular.

Hay modas que se instalan por la aceptación que alcanzan liberrimamente entre la genta y hay otras que se imponen con calzador, que no se corresponden a demanda cualitativamente relevante, impuestas por minorías concienciadas que se organizan para presionar en beneficio de sus intereses.

En este sentido el terreno para la presión se encuentra con unos políticos, de todos los partidos y toda institución, que temerosos ante cualquier ocurrencia con marchamo modernista y chupi guay de estos grupos no se atreven a analizar con rigor la situación por temor a que puedan decir que no están concienciados por el planeta, los peatones, el ornitorrinco y bla, bla, bla …

Por otra parte esta situación sorprendentemente encuentra amplio reflejo en los medios de comunicación, que con independencia del rigor de las propuestas planteadas, estas son tratadas con una amabilidad y amplitud que llama la atención.

Un objetivo que los grupos socio conscientes organizados están atacando en los últimos tiempos es el automóvil, sector al que se pretende culpar de todos los males medioambientales y que han encontrado en los Ayuntamientos los cooperadores necesarios de semejante desatino, de tal forma que atacar y dificultar la vida al automóvil y al automovilista al  que exprimen con el impuesto de circulación, con los vados en los garajes,  por aparcar en la calle, todo ello  con una afición que parece su juego favorito.

El Gobierno de la Nación también hace de las suyas al respecto, tal como la inefable Ministra de Transición Ecológica cuando afirmó que el «Diésel tiene los días contados», sin importarla lo más mínimo las consecuencias que para la industria podría tener tal desahogo ideológico, ignorante y muy sectario.

Como se puede ser tan irresponsable y superficial como para poner en solfa una industria que supone el 10 % del PIB de España y el 9%  del empleo directo, un empleo estable en porcentajes del noventa por ciento con unos rangos salariales en los niveles más elevados de España, además de propiciar otros 250.000 empleos en la industria auxiliar que acompaña al sector.

No son solamente estos datos sobre PIB o empleo, que ya serían suficientes por si mismos, además de ello está la contribución, importantísima contribución, al equilibrio de la balanza exterior de una industria que produciendo en el entorno de 2,8 millones de vehículos exporta 2,3 millones de esas unidades.

La importancia del automóvil no finaliza aquí, significa empleo, actividad e impuestos para el voraz Estado a cuenta de los concesionarios, los talleres de reparación y mantenimiento, las gasolineras en donde el precio de cada litro de carburante está gravado con el 50 % de impuestos, las compañías de seguros, las gestorías, autoescuelas, los centros para exámenes médicos

Pues bien, todo este entramado socio – económico está soportando las campañitas ideológicas y chupi guay de todos los socio conscientes que sufren por el planeta pero que no les preocupa nada las consecuencias de sus actos sobre terceros, que encuentran el terreno fértil de unos político cobardones ante los ecologetas, bicicleteros y demás fauna que soporta mal que la gente haga lo que quiera.

Con todo ello, si algo me llama la atención es el silencio de toda la estructura económica empresarial de un sector que no se manifiesta ante los ataques que soporta, ni siquiera los sindicalistas españoles, tan dispuestos ellos a la hora de sumarse a cualquier protesta dicen nada, están silentes. Será que como los ataques al automóvil provienen de los fraternales camaradas de la izquierda y la extrema izquierda hay que estar calladitos …

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