¡ Oh ¡ libertad, cuantos crímenes se cometen en tu nombre. Marie-Jeane Roland de Platerie antes de colocar su cabeza sobre el cepo de la guillotina.
Estado de Bienestar, cuanto absolutismo en tu nombre.
Se ha venido en llamar «Estado de Bienestar» al conjunto de medidas que el Estado adopta supuestamente en nombre de los ciudadanos y teóricamente para ellos, tales como la sanidad, la educación o los subsidios de todo tipo que infectan los Presupuestos Generales, que eso si, ser hace siempre con muy buena intención, aunque los ciudadanos se pregunten hasta el hastío la razón de muchas de las medidas y del destino de los dineros que las sustentan.
Este «Estado de Bienestar» tiene su origen en el siglo XIX, está directamente relacionado con la lucha de los movimientos obreros por la mejora de sus condiciones laborales, de vida también, aunque no es hasta el final de la II Guerra Mundial cuando se impone, básicamente en Europa, el modelo que conocemos, eso si, después de crecer con una aumento exponencial hasta llegar a su asfixia actual.
El consenso socialdemócrata tributario de la creación de la Unión Europea, la Europa de los 9 del año 59 del pasado siglo, en donde llegaron al acuerdo para forjar un modelo de sociedad acomodada, acrítica y dependiente tanto los partidos socialistas como los democristianos, que excepto en cuestiones de alcoba son prácticamente los mismo, dado que ha asumido la superioridad moral del Estado con una solidez insuperable.
Así que en esas estamos, desde entonces hasta el presente 2017, con esa constelación de instituciones productoras de gasto, deuda y déficit, defendidas hasta extremos máximos por quienes consideran que la gente debe ser tutelada de la cuna a la tumba, que ha creado un tipo de personas refractarias al esfuerzo, a la responsabilidad sobre sus actos, con la creencia arraigada que es el Estado quien debe resolverles todo, para lo cual no dudan en hacer trampa tanto ellos como la enorme pléyade de organizaciones parasitarias que al amparo del sistema pastorean la sociedad imponiendo sus dogmas, provocando la muerte civil de todas aquellas personas que se atreven, por mínimamente que sea, a discrepar del dogma estatista y de la superioridad moral que se otorgan a si mismos.