España está en desaceleración, los principales indicadores así lo evidencian. Vemos la evolución del PIB que en el segundo trimestre de 2018 alcanzó una tasa interanual del 2,6 frente al 2,3 de este año 2018.
En este mismo año 2019 uno de los más relevantes datos económicos, el referido al consumo ha pasado del 0,4 del primer trimestre al 0,3 en el segundo, mientras que la inversión pasó del 1,2 a tasas negativas del – 0,1.
Otro elemento de máxima importancia como es la inversión en Bienes de Equipo no hace sino conformar una preocupante desaceleración, ya que la misma ha pasado de crecer al 4,3 a entrar en terrenos negativos del – 2,6, escenario este que se está dando tanto en las exportaciones con porcentajes negativos igual que la agricultura o la construcción, cortesía de un descenso de la productividad que en tasa interanual se ha situado en el segundo trimestre de este año en negativo, – 0,1.
Este es el escenario, también tenemos alguna rechazable declaración del ámbito gubernamental que en el más genuino estilo Solbes pretende ocultar la realidad de las cosas, a lo que debemos unir una economía mundial titubeante que ya afecta directamente nuestras exportaciones.
España no es una isla económica, se encuentra concernida, como todos, por la economía global que se está volviendo inestable ante la guerra comercial, la desaceleración que empiezan a tener los países emergentes y la contracción en bastantes de los avanzados.
Una de las amenazas más serias para la economía mundial es la guerra comercial entre Estados Unidos y China que está afectando al conjunto del comercio internacional y aunque de momento no está golpeando de lleno a la Unión Europea se producen tentativas para colocar aranceles a sectores concretos. En este sentido el mayor de los problemas sería una guerra comercial en el sector del automóvil lo cual sería muy peligroso para la magnífica industria automovilística española responsable de un 10 % del PIB.
Si no fuera suficiente el Reino Unido tiene un nuevo Primer Ministro que ofrece todo menos certidumbre, sus primeros días los ha empleado en lanzar un órdago a la Unión Europea que ya está afectando a las relación comerciales y que en el caso del Brexit el Fondo Monetario Internacional estima una contracción del 3 % del PIB británico con un efecto negativo sobre la UE y con España viéndose afectada además en política exterior comercial por el peligro de una Iberoamérica condenada a un nuevo periodo de bajo crecimiento que tendrá consecuencias sobre muy importantes empresas españolas que operan con potencia en el continente.
Los peligros externos no acaban aquí, la industria se enfría en el potente sector del automóvil alemán contagiando a Francia además de la heterodoxia política gubernamental de Italia que provoca la desconfianza de los inversores, situaciones todas estas, nada menores, que influyen en España sin que tenga capacidad de decidir.
Esta es la situación, con unos peligros crecientes que afectan ya y afectarán más a la Nación y que junto con su acreditada capacidad para errar nos dará insomnio seguro.