Refutación a Daniel Lacalle

D. Daniel Lacalle es un reputado economista que se ha incorporado como principal responsable de los asuntos económicos del recientemente nombrado Presidente del Partido Popular Pablo Casado.

Normalmente coincido con los planteamientos del Señor Lacalle, que me parece persona seria y profesional competente, sin embargo en una entrevista publicado en Libre Mercado viene a señalar que es necesario un PP liberal-conservador.

Sin entrar en las necesidades que pueda tener el PP ( no es asunto mío) si deseo refutar el planteamiento que hace cuando viene a señalar que pueda darse en un proyecto político partidista ser liberal- conservador, dado que ambas líneas de pensamiento y acción política son incompatibles.

Sin ningún género de duda la refutación que aquí hago al Señor Lacalle está directísimamente influida por el análisis del ensayo de Friedrich Hayek » Por qué no soy un conservador», uno de los autores referenciales  de quien esto escribe. En este ensayo Hayek señala muy claramente las diferencias entre un liberal y un conservador, lo mismo que las coincidencias entre estos y los socialistas. Aquello de : «Socialistas de todos los partidos».

La percepción de los conservadores al cambio y lo desconocido son de aprensión, no pretende conocer, desconfía. Un liberal explora, busca el camino, trata de saber hacia donde se mueve la gente. No el Estado ni los gobiernos, la gente.

Los conservadores están presos, en algunos caso esclavos de las ideas y pensamiento heredado. Los liberales convencidos del poder de las ideas para transformar y cambiar la historia se ponen al frente del debate.

Los conservadores son incapaces de poner nada en duda, tienen certezas absolutas y firmeza en todas las cosas. Los liberales suelen ser escépticos, con la duda y la autocrítica como método para alcanzar espacios de desarrollo.

Un conservador considera que la gente debe   ser orientada y dirigida porque desconfía de la capacidad de los individuos. Un liberal considera que nada debe oponerse al libre albedrío  de la gente y su responsabilidad individual.

Los conservadores consideran al Estado el instrumento de superioridad moral destinado a dirigir la vida del común, son proclives a la autoridad del mismo y comprensivos con la capacidad represora. Un liberal jamás acepta esto, ni  la superioridad moral del Estado ni su represión.

No es posible ser conservador y considerarse liberal. Un conservador es más cercano a un socialista, con quien comparte su desconfianza en la libertad individual, la supremacía del Estado y  el estancamiento de las ideas.

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