Es necesario mejorar la calidad de la formación del profesorado

Así lo afirmaba la Comisión Europea en su Comunicación al Consejo y Parlamento Europeo de tres de agosto de dos mil siete. Un repaso a las ideas clave de ese documento nos permite visualizar los retos y desafíos a los que se enfrenta el colectivo de profesionales docentes en la Unión Europea (UE). En Cantabria vamos por el buen camino, pero es preciso abordar un gran debate, liderado por la Consejería de Educación, que conduzca a un pacto por la educación entre todas las partes afectadas que incluya la formación continua como un derecho y una obligación, a la vez, de todos los profesionales docentes.

Los profesores constituimos un grupo de profesionales muy numeroso. En la Unión Europea, más de seis millones de profesionales docentes conforman este sector, en el ámbito de los sistemas formales de educación, que representa uno de los colectivos más influyentes en la sociedad. En Cantabria, según datos proporcionados por la Consejera de Educación el pasado día 4 de diciembre, en su reunión con los directores de la enseñanza concertada, la cifra de profesionales docentes en los niveles no universitarios asciende a 9.242 de los cuales, 7019 trabajan en la enseñanza pública; 2012, trabajan en la concertada; 166, en niveles no concertado y 45 lo hacen en enseñanzas artísticas.

 

La tarea que la sociedad nos encomienda adquiere una relevancia esencial por varias razones. De una parte, a través de nuestro trabajo, los docentes contribuimos al desarrollo del talento de las personas, de nuestros alumnos; de otra parte, los profesores somos una correa de transmisión para que nuestros alumnos logren objetivos de crecimiento personal, de bienestar, de conocimientos y capacidades necesarios para su vida como ciudadanos y trabajadores.

 

El Objetivo de aquella Comunicación de la Comisión, citada en la entradilla de este artículo, lo hago mío y lo asumo en este documento, para aplicarlo a los profesores de Cantabria. Para mejorar la calidad de la formación del profesorado es preciso, en primer lugar, evaluar / diagnosticar la situación actual. ¿Dónde estamos? ¿De donde venimos? ¿A dónde queremos ir? En este caso, sirvan estas líneas de humilde contribución a una reflexión colectiva que conduzca a la elaboración de unas propuestas, con las oportunas medidas a aplicar, que puedan ser compartidas por la comunidad educativa y por la sociedad de Cantabria.

 

Es una evidencia incuestionable que la profesión docente es más compleja cada día que pasa. Los entornos en los que trabajamos plantean nuevos retos y  exigencias permanentemente. La sociedad nos reclama a los profesionales docentes una contribución sin precedentes en un mundo en permanente cambio trepidante y en los ciudadanos, ahora alumnos, que van a entrar en él.

 

Veamos en qué contexto europeo nos encontramos desde que se iniciara el siglo XXI. Si tomamos como referencia el año 2000, el Consejo Europeo celebrado en Lisboa en marzo resaltó que las personas son el principal activo de Europa y que ”la inversión en capital humano […] será esencial tanto para que Europa ocupe un lugar en la economía basada en el conocimiento como para garantizar que el surgimiento de esta nueva economía no incremente los problemas sociales existentes”.

 

En marzo de 2002, el Consejo de Barcelona incidió en objetivos concretos de mejora de los sistemas de educación y formación, incluida la formación de profesores y formadores. En marzo de 2006 el Consejo señaló que ”la educación y la formación son factores clave para desarrollar el potencial de competitividad a largo plazo de la UE, así como para la cohesión social”, y se añadió que “deben intensificarse las reformas para lograr unos sistemas educativos de gran calidad, que sean a la vez eficientes y equitativos”.

 

La calidad de la docencia es un factor clave para determinar si podemos aumentar la competitividad en un mundo globalizado. Existen evidencias sobre la correlación entre calidad del profesorado y logro de los alumnos. Las relaciones alumno profesor determinan el rendimiento de los estudiantes y su incidencia es superior a otras cuestiones como pueden ser los aspectos organizativos en la escuela o las condiciones financieras. Otros estudios concluyen, igualmente, que existe una relación positiva entre la formación continua del profesorado y los logros de los alumnos; que la formación práctica mejora los resultados de los escolares y que la formación del profesorado influye en los resultados de los alumnos.

 

En noviembre de 2006, el Consejo declaró que ”la motivación, las calificaciones y competencias de los profesores, formadores, otro personal docente y los servicios de orientación y de ayuda social, así como la calidad de la dirección de los centros, son factores clave para lograr resultados de aprendizaje de alta calidad” y que ”los esfuerzos del personal docente deben contar con el apoyo de un desarrollo profesional continuo y con una buena cooperación con los padres, los servicios de ayuda social a los alumnos y toda la comunidad”.

 

La formación del profesorado está estrechamente relacionada, también, con otras cuestiones clave, como la política social; la política de innovación, que demanda una implicación a los profesores para ayudar a los jóvenes a adquirir un espíritu de empresa y de innovación; la política de investigación; la política de empresa, que resalta la necesidad de fomentar la educación para el espíritu de empresa entre directores de centros escolares y profesores mediante una formación inicial y permanente; el Multilingüismo, para promover el aprendizaje de idiomas; el reconocimiento de cualificaciones profesionales, que establece el marco jurídico para la movilidad profesional de los profesores; ……

 

La profesión docente se enfrenta, asimismo, a peticiones fruto de los cambios que se producen en la sociedad y en la educación. A los docentes, además de impartir los conocimientos que en cada caso proceda, se nos insta a que ayudemos a los jóvenes a aprender de forma autónoma, mediante la adquisición de competencias clave, en lugar de aprendizajes basados en memorizar información; se nos pide, también, que involucremos a los alumnos en aprendizajes colaborativos y constructivos y se espera de nosotros que seamos intermediarios y gestores en el aula, más que formadores que hablen ex cátedra.

 

En otro orden de cosas, los profesionales docentes nos enfrentamos hoy en las aulas al fenómeno de la multiculturalidad con todo lo que ello representa. También debemos prestar una atención individualizada, para atender a esa realidad cambiante y diversa consecuencia de la movilidad en un mundo global. Esa pluralidad de funciones demanda formación en un amplio abanico de actuaciones docentes. Por otro lado, los alumnos de hoy exigen una utilización de las nuevas tecnologías en la práctica docente diaria. Además, la autonomía de los centros solicita, asimismo, un compromiso de los profesionales docentes para asumir tareas de gestión y de dirección de los mismos.

 

Es evidente que la profesión docente se encuentra inmersa en una constante metamorfosis, propia de una sociedad en permanente cambio. Por ello, los conocimientos y competencias que necesitan los profesores del siglo XXI para la enorme variedad de funciones que tenemos encomendadas demandan una formación inicial de calidad, sobre la que es preciso reflexionar, llegar a acuerdos, tomar decisiones. No obstante, ello no es óbice para establecer un proceso continuado de formación permanente, que permita a los profesores estar actualizados para atender las necesidades de una sociedad basada en el conocimiento como la que vivimos en la actualidad.

 

Es responsabilidad del profesorado ampliar permanentemente sus conocimientos profesionales a través de una práctica docente reflexiva y colaborativa, implementada por un compromiso de desarrollo profesional continuo, desde el inicio hasta el final de nuestra carrera profesional. Es responsabilidad de la administración educativa posibilitar las actuaciones necesarias que contribuyan al logro de ese objetivo.  En fin, es responsabilidad de la sociedad en su conjunto establecer unos mecanismos de reconocimiento profesional de este colectivo, al que encomienda una vital misión de contribuir al desarrollo de la sociedad del conocimiento.

 

En Cantabria, la calidad del sistema educativo y, específicamente, la calidad de la formación permanente del profesorado han estado presentes en todas las administraciones educativas. Así, el Plan de Actuación 2003 – 2007 definió en su punto 9 –formación permanente del profesorado- una serie de compromisos cuyo objetivo prioritario consistió en garantizar la presencia de profesionales docentes bien preparados y motivados. La Consejería de Educación de Cantabria apostó entonces por una formación ligada a los contextos de trabajo y socioeducativos de cada centro.

 

En ese Plan quedaron explícitos algunos conceptos de máximo interés hoy y que se han desarrollado a lo largo de estos años. Me refiero a compromisos tales como: la definición de un modelo de formación y desarrollo de un plan plurianual de formación; la elaboración de un plan anual de formación y la evaluación de la incidencia de la formación permanente en los centros, entre otros.

 

El Plan de Actuación 2007 – 2011 en vigor, en su eje transversal A –formación permanente del profesorado- reitera los objetivos y compromisos señalados en el Plan anterior y fija como prioridad el impulso de la formación del profesorado para afrontar la compleja tarea docente, a través de un Plan Regional de Formación consensuado con los agentes educativos. Introduce, asimismo,  la reestructuración de la red de formación, a través de la firma de nuevos convenios con entidades colaboradoras. Fruto de esa decisión, este Director en representación de DECROLY y Rosa Eva Díaz Tezanos, Consejera de Educación, firman un Convenio el pasado 14 de setiembre.

 

Resultado del actual Plan se han puesto en valor compromisos adquiridos tales como la regulación normativa del sistema de Formación Permanente del Profesorado; el desarrollo de un Plan Regional de Formación 2007 – 2011, plasmado año a año en un Plan Anual de Formación y el impulso de la colaboración con la universidades, sindicatos y asociaciones profesionales, entre otros. Pero no todo es color de rosas. En Europa, en España y también en Cantabria sigue habiendo deficiencias, tanto en las capacidades de los docentes como en los mecanismos y sistemas en vigor para lograr una actuación satisfactoria en materia de formación permanente.

 

La inversión en formación continua y desarrollo de la carrera profesional de los docentes es baja y la disponibilidad de formación continua para aquellos en activo es limitada en toda Europa. Y Cantabria no es la excepción a la regla general. Otra dificultad añadida consiste en que los procesos formativos no siempre se encuentran relacionados con la mejora de las prácticas educativas; los incentivos para que los profesores continúen actualizando sus competencias durante sus carreras profesionales son escasos y el reconocimiento social sigue siendo una asignatura pendiente.

 

La formación continua de los profesores es obligatoria en once de los veintisiete países de la Unión Europea. Allí donde existe, el número de horas anuales oscila entre 20 y 35. Y aquí es donde debemos pararnos y reflexionar. En Cantabria hemos avanzado muchísimo en materia de formación continua del profesorado en los últimos años. Una muestra de ello es el Acuerdo entre la Consejería de Educación y las Organizaciones empresariales y sindicales del sector de la enseñanza privada concertada para la revisión de las dotaciones de los centros concertados y sobre otros aspectos, firmado el pasado 14 de enero de 2008. DECROLY Digital publicó un artículo, el 30 de octubre de 2008, Complemento de Formación. Sexenios Profesorado de la  Enseñanza Concertado,  en el que  informa  sobre la implantación del complemento de formación para los profesionales docentes en el sector de la enseñanza concertada.

 

Pero no es suficiente. Quizá el próximo reto consista en iniciar un gran debate en distintos ámbitos. Uno de ellos, implicando a toda la sociedad cántabra, para evaluar el papel que la sociedad quiere otorgar a los profesionales docentes y determinar un sistema de reconocimiento e incentivos; otro, necesariamente deberá abordarse desde la administración educativa y los agentes sociales, para concretar el perfil del profesor del futuro inmediato. En este caso será preciso determinar los procesos vinculantes de formación continua, para la totalidad de los profesores en activo, donde la administración ejercerá un papel facilitador.

 

Para finalizar, y al hilo de los explicitado en la Comunicación de la Comisión Europea, me permito reiterar que la calidad de la docencia y de la formación del profesorado son un factor clave para garantizar la calidad de la enseñanza y mejorar los resultados académicos de los jóvenes. También, todos los argumentos enumerados en este documento presentan, con un optimismo realista, un escenario que servirá para: “garantizar que la oferta de formación del profesorado y el desarrollo profesional estén coordinados de forma coherente y cuenten con los recursos adecuados; garantizar que todos los profesores posean los conocimientos, las actitudes y las capacidades pedagógicas que necesitan para ser eficaces; apoyar la profesionalización de la enseñanza; fomentar una cultura de ejercicio reflexivo de la profesión y de investigación en el marco de la profesión docente y potenciar la categoría y el reconocimiento de la profesión”.

 

 

 

 

 

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