Ayer domingo, pensando en mi hija Tracy, con motivo de estas fiestas de Navidad, he recopilado fotos, cartas y e mails que me ha enviado en los últimos años. Tracy, igual que hiciera yo, a otro nivel, decidió cursar un Bachillerato Internacional y sus estudios universitarios en Inglaterra. Más tarde, inició su vida profesional y, desde entonces, allá por el año 1994, vuelve a casa por Navidad, como dice la popular canción. Entre todos esos objetos encontré “El tarro de cristal y el café”.
El día 3 de mayo de 2005 recibí uno de sus frecuentes e mails y me adjuntaba un archivo que decía: El tarro de cristal y el café. En esas fechas yo estaba pasando por un mal momento. Tracy lo sabía. Recuerdo muy bien aquella situación. Me encontraba deprimido, desconcertado e incomprendido personal y profesionalmente. Afortunadamente todo pasó, entonces. Su escrito, supongo que encontrado en Internet como tantas otras cosas, me confortó, me animó. Decía así:
Cuando las cosas en la vida te superen, cuando 24 horas al día no sean suficientes, recuerda el tarro de cristal y el café.
Un profesor, delante de sus alumnos de la clase de filosofía, sin decir ni una palabra, cogió un tarro grande de cristal y procedió a llenarlo con pelotas de golf.
Después preguntó a los estudiantes si el tarro estaba lleno. Los estudiantes estuvieron de acuerdo en decir que si.
El profesor cogió una caja llena de perdigones y la vació dentro del tarro. Éstos llenaron los espacios vacíos que quedaban entre las pelotas de golf.
El profesor volvió a preguntar a los estudiantes si el tarro estaba lleno. Ellos volvieron a decir que si.
Después el profesor cogió una caja con arena y la vació dentro del tarro. Por supuesto que la arena lleno todos los espacios vacíos y el profesor preguntó de nuevo si el tarro estaba lleno. En esta ocasión, los estudiantes respondieron con un sí unánime.
El profesor rápidamente añadió dos tazas de café al contenido del tarro y, efectivamente, llenó todos los espacios vacíos entre la arena. Los estudiantes reían. Cuando la risa se fue apagando, el profesor dijo:
«Quiero que os deis cuenta que este tarro representa la vida.
Las pelotas de golf son las cosas importantes como la familia, los hijos, la salud, los amigos, el amor, las cosas que te apasionan. Son cosas que, aunque perdiéramos todo el resto y sólo nos quedaran estas, nuestras vidas todavía estarían llenas.
Los perdigones son las otras cosas que nos importan, como el trabajo, la casa, el coche…..
La arena es el resto de pequeñas cosas. Si primero ponemos la arena en el tarro, no habría espacio para los perdigones ni para las pelotas de golf. Lo mismo pasa con la vida. Si utilizamos todo nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, nunca tendremos lugar para las cosas realmente importantes.
Pon atención a las cosas que son cruciales para tu felicidad. Juega con tus hijos, tómate tiempo para ir al médico, vete a cenar con tu pareja, practica tu deporte o afición favorita. Siempre habrá tiempo para limpiar la casa, reparar la llave del agua….. Ocúpate primero de las pelotas de golf, las cosas que realmente te importan. Establece tus prioridades, el resto sólo es arena»
Uno de los estudiantes levantó la mano y preguntó qué representaba el café.
El profesor sonrió y dijo:
«Que bien que me hagas esta pregunta! El café es para demostrar que aunque tu vida parezca llena, siempre habrá sitio para un par de tazas de café con un amigo”.
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