En unos momentos de crisis económica mundial sin precedentes no cabe otra alternativa que unir fuerzas, desde todos los frentes posibles, para establecer un nuevo modelo económico mundial que nos permita salir del pozo oscuro en el que nos encontramos. En ese reto, un papel fundamental va a ser desempeñado por las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC).
No soy yo el primero en proclamar, y estoy seguro que compartiréis conmigo esta afirmación, que las TIC se han instalado en nuestras vidas. El impacto de las TIC en la cotidianidad de las personas, desde que comenzara el actual siglo XXI, en particular, no tiene parangón en la historia de la civilización humana, en mi opinión.
El mundo empresarial, por ejemplo, incorpora las TIC a sus procesos. La calidad de esos procesos y la productividad va a depender, en gran medida, de su capacidad para implantar las TIC en la cultura corporativa de cada empresa.
Las TIC no son un problema. Más bien, al contrario, forman parte de la solución de la actual circunstancia económica. Si tomamos como referencia el período de tiempo transcurrido desde el comienzo de este siglo XXI hasta el día de hoy constatamos las transformaciones experimentadas en todos los sectores productivos y la influencia y contribución de las TIC en la mejora continua de la productividad empresarial.
El sector público es otro ejemplo de modernización a través del uso generalizado de las TIC por el binomio administraciones – administrados. ¿Qué sería de nosotros si durante 30 días estuviéramos sin acceso a Internet; teléfono móvil; acceso a redes sociales; música, vídeo, fotos en formato digital; correo electrónico; etc.? Sería traumático y ello nos sumiría, especialmente a los más jóvenes, en la prehistoria social y a los adultos, a las empresas e instituciones en una situación de caos operacional, sin duda alguna.
La colisión, incluso emocional para algunos, que representa la aparición de las TIC en todas las facetas de nuestra vida exige una actitud positiva frente a ese cambio imparable que demanda la sociedad de estos primeros años del siglo XXI. Para muchos expertos, con la generalización de las TIC ha nacido una nueva era, la era digital. Solamente la interiorización positiva de esa realidad, la asunción de los cambios que determinan nuestra vida personal, profesional, empresarial, y la integración de los mismos en nuestra cotidianeidad, nos garantiza una cierta esperanza ante la nueva sociedad que se está construyendo.
Un reciente informe de la fundación telefónica nos aporta interesantes datos relacionados con los efectos de las nuevas tecnologías en los comportamientos de las personas y en el cambio que día a día experimentamos: se venden más consolas de videojuegos que televisores; existen más viviendas con teléfono móvil que con teléfono fijo; España está considerado el segundo país del mundo, después de Brasil, con mayor número de internautas en las redes sociales.
No puedo pensar en un sector o actividad que se haya librado del impacto de las TIC en esta década. Las TIC nos invaden; forman parte de nuestras vidas; son irresistibles y enfrentarse a esa realidad nos conduce a la obsolescencia, al inmovilismo y a la incompetencia.
No hay retorno. Estamos en el inicio de una nueva era. Las TIC, a medida que se desarrollen en esta sociedad de la información y del conocimiento en la que nos encontramos, nos aportarán impensables herramientas que cambiarán nuestros hábitos, costumbres, etc. ¿Hacia donde vamos? ¿Cual es el escenario que nos encontraremos en los próximos diez años, en el año 2020, por ejemplo?
El precitado informe apunta algunas ideas sobre las tendencias en las que existe un consenso generalizado entre los expertos y que me permito extractar a continuación:
1. parece probable que se incrementará paulatinamente la capacidad de almacenamiento de los dispositivos, con una tendencia hacia la realización de tareas en tiempo real;
2. la banda ancha progresará hacia formatos de gran capacidad;
3. en el próximo futuro, encontraremos una conectividad en la que convergerán tecnologías varias;
4. la digitalización de las cosas corrientes de nuestras vidas permitirá gestionar, asimismo, su almacenamiento: fotos, vídeos, conversaciones, etc.
5. aparecerán multitud de dispositivos que usarán los servicios que se encuentran en la red;
6. aparecerán dispositivos miniatura, ultraportátiles, más autónomos.
7. en el escenario de esos próximos diez años accederemos a la información desde cualquier lugar, veinticuatro horas al día y a través de una gran variedad de dispositivos;
8. los dispositivos móviles adquirirán un generalizado protagonismo;
9. en 2020 la sociedad estará hiperconectada;
10. todo será más natural, las TIC estarán totalmente integradas en el día a día de las personas;
11. los mundos virtuales serán formatos populares gracias a la evolución tecnológica.
¿Qué está ocurriendo en el sector de la educación?
Durante el período 2001 – 2010 se ha dado un paso de gigante, si comparamos con la década anterior. A día de hoy se ha generado una cultura TIC en las escuelas y centros educativos de todos los niveles. Se han incorporado las infraestructuras y el esfuerzo en la difusión de Internet entre los miembros de la comunidad educativa ha sido considerable. La cultura de la formación permanente se consolida año tras año; los planes de formación del profesorado en los centros educativos se constatan con una implantación generalizada. Esta década es una época de transición pero se nota paulatinamente una mejora continua, un compromiso de los profesionales docentes con la incorporación de las TIC a la cotidiana práctica docente.
Sin embargo existe un gran debate político y social. No solamente para alcanzar acuerdos sólidos y estables por la educación en todo el Estado –después del fallido Pacto Político-, sino por los cambios que el sistema educativo deberá afrontar en el transcurso de los próximos diez años. El presente y el futuro de la educación y de la formación deben entenderse en el contexto de un entorno cambiante. Los conocimientos que adquieren los estudiantes hoy no serán suficientes dentro de diez años, fecha en la que no sabemos que exigencias demandará la sociedad de esa época. La educación debe plantearse desde un punto de vista de un entorno en constante cambio, donde el conocimiento avanza a tal velocidad que es prácticamente imposible seguir su ritmo. Esta circunstancia constituye una de las razones esenciales e inaplazables por las que deben introducirse cambios de fondo en la función del profesorado, por ejemplo.
La tarea fundamental del profesorado ha dejado de ser la transferencia de información a sus alumnos. El profesor debe asumir un rol principal de facilitador del conocimiento. Su cometido consistirá en ayudar a sus alumnos para que aprendan a gestionar y contextualizar toda esa información, todo el conocimiento que transita a velocidad incomensurable alrededor de sus vidas. Además, el profesor facilitará herramientas que permitan a sus discípulos distinguir entre lo útil y lo que no lo es. En fin, el profesor se convierte en ese instrumento que capacita al alumnado para aprender. El papel del profesor, por tanto, deberá orientarse hacia la persona del alumno para enseñarle a aprender, prioritariamente.
Es cierto que esa labor de enseñar a aprender se aplica generalizadamente por el colectivo de profesionales docentes desde que Internet se introdujo en los centros educativos, especialmente. Pero no es menos cierto que la apuesta debe vencer, todavía, resistencias de una minoría que no acepta el cambio. El aprendizaje colaborativo, sin embargo, se impone frente al tradicional instructivismo pedagógico basado en la transmisión de conocimientos del profesor al alumno. Hoy en día la información se encuentra en Google.
Las tecnologías de la información y comunicación (TIC) deben integrarse en los sistemas educativos de todos los niveles. Las todavía frecuentes resistencias a la incorporación de las TIC en la práctica docente cotidiana tienen mucho que ver con las limitaciones del propio profesorado. Limitaciones que deben ser subsanadas y superadas a través de planes de formación permanente vinculantes. De esta manera ganaremos a ese profesorado para la causa de una educación de calidad, basada en el principio de aprender a aprender, utilizando todos los medios y herramientas que nos proporcionan las TIC, con el objetivo de preparar a nuestros alumnos para vivir y trabajar como ciudadanos en una exigente sociedad de la información y del conocimiento, a lo largo de toda su vida.
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