Las estaciones del amor (1)

Hace varios años leí un libro titulado “los hombres son de Marte y las mujeres de Venus” escrito por el psicólogo John Gray, especializado en terapia de parejas.

Casualmente este fin de semana volvió a caer en mis manos cuando tuve la necesidad de utilizarle como apoyo al escribir una nota, abrí el cajón de mi mesita de noche y allí estaba. Cuando terminé de escribir la nota abrí el libro por las últimas páginas supongo que con la intención de recordar como terminaba y hacer memoria sobre lo que en su día leí.

 

Allí estaban las páginas 348 y 349 que hablaban de las estaciones del amor y volví a leerlas. Como he dicho antes John Gray es un psicólogo especializado en terapia de parejas, pero esto que voy a exponer a continuación creo que sirve para cualquier tipo de amor: el de pareja, el de padres a hijos, el de hijos a padres, el de hermanos, el de amigos, el de compañeros de trabajo, etc. Lógicamente cada uno de estos amores tiene una intensidad diferente: amor, cariño, afecto…

 

Una relación (del tipo que sea) es como un jardín. Si queremos que florezca, debemos regarlo a menudo. Hay que tener en cuenta las estaciones. Debemos plantar nuevas semillas y arrancar las malas hierbas.

 

La primavera del amor.

 

El amor es como la primavera. Creemos que vamos a ser felices por siempre jamás. No podemos concebir no amar. Es una época de inocencia. El amor parece eterno. Es un tiempo mágico en el que todo parece perfecto y funciona por sí solo. No hay nadie como nuestra pareja, hijos, hermanos, amigos… Bailamos juntos en armonía, sin esfuerzo alguno, y nos alegramos de nuestra buena suerte.

 

El verano del amor.

 

A lo largo del verano de nuestro amor nos damos cuenta de que no todo es tan perfecto como creíamos, y tenemos que trabajar nuestras relaciones. Somos seres humanos y cometemos errores y tenemos ciertos defectos. Surgen la frustración y la decepción; hay que levantar las malas hierbas hasta la raíz y las plantas necesitan un aporte adicional de agua debido al ardiente sol. Ya no es fácil dar amor y recibir el amor que necesitamos. Descubrimos que no siempre somos felices, y no siempre sentimos amor. A veces, exige trabajar duro bajo un ardiente sol. En la estación veraniega del amor debemos alimentar las necesidades de nuestro entorno y también pedir y obtener el amor que necesitamos.

 

El otoño del amor.

 

Gracias a los esfuerzos  en la atención del jardín durante el verano, podemos cosechar los resultados de nuestro trabajo. Ha llegado el otoño. Es una época dorada, rica y gratificante. Experimentamos un amor más maduro, que acepta y comprende las imperfecciones de los demás así como las propias. Es el momento de dar las gracias y compartir. Después de haber trabajado duro durante el verano, podemos ahora relajarnos y disfrutar del amor que hemos creado.

 

El invierno del amor.

 

Cambia de nuevo el tiempo y llega el invierno. Durante los meses fríos del invierno, la naturaleza entera se encierra en sí misma. Es el momento de descanso, reflexión y renovación. Es un tiempo de desarrollo en solitario, en el que debemos buscar el amor y la satisfacción en nosotros mismos más que en el resto del mundo.

 

No sé vosotros pero yo elijo ¡la primavera y el otoño! Aunque creo que irremediablemente caminamos hacia el invierno.

 

 

 

 

[1] Escrito por Maite Muñiz

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