Personalización del aprendizaje

El análisis de la literatura educativa, que recoge las opiniones, experiencias y resultados publicados en medios diversos, fruto de talleres, congresos y conferencias que se ocupan y preocupan por el presente y futuro de la educación, me aporta una lluvia de ideas que merecen su divulgación entre todos aquellos a los que interesa la actualidad en la educación

La afirmación de que el  modelo educativo español se encuentra en crisis es una obviedad asumida por expertos de todo signo y color ideológico. El aprendizaje hoy ha adquirido connotaciones de dimensión poliédrica por el impacto de una evolución social y tecnológica sin precedentes, que implica y exige su urgente personalización. Los intermediarios desaparecen en la medida en que se desarrollan las inteligencias múltiples de cada alumno, según la teoría del recientemente galardonado Premio Príncipe de Asturias de las Letras, Howard Gardner.

 

Hay que escuchar al cliente-alumno porque sabe perfectamente lo que le interesa y cómo, qué y con quién lo quiere aprender. “El mundo ahora aprende de una nueva forma y son inevitables los cambios profundos”, afirma Curtis W. Johnson. De la misma manera que cada consumidor personaliza su producto, el alumno de hoy demanda, más que nunca, una atención personalizada.

 

 “El mundo entero ha cambiado radicalmente, pero la enseñanza sigue siendo la misma”, dice Eduardo Punset. Es hora de que el  aprendizaje social y emocional encuentre su espacio en el sistema educativo. Además, la realidad impone que la autoestima debe emerger como uno de los pilares de la enseñanza. Es preciso conciliar el aprendizaje y el entretenimiento, gestionando adecuadamente la inteligencia emocional del discente para alcanzar el éxito personal y profesional deseado. Por otro lado, el sistema educativo debe impulsar la adquisición de capacidades y habilidades que posibiliten asumir posiciones de liderazgo, de resolución de casos, problemas y conflictos, así como de dirección y gestión de equipos de trabajo.

 

Los jóvenes de hoy, utilizan internet y las tecnologías para generar y compartir contenidos y conocimientos. Nuestros alumnos viven en las redes sociales. Por ello, los profesionales docentes debemos integrarnos en ese mundo compartiendo una intercomunicación, a su nivel. ¡Ese es el reto!

 

Marc Prensky, a quien se le atribuye el término nativos digitales, al referirse a la educación, alude al término pasión como elemento fundamental del modelo del Siglo XXI. La escuela ha de preparar a los jóvenes para enfrentarse a una sociedad futura, cuyo común denominador es la incertidumbre. Por esa razón, el sistema educativo necesita verdaderos profesionales docentes vocacionales, capaces de adaptarse a las exigencias que demanda esta sociedad, aportando una verdadera pasión por su misión de enseñar e inculcando esa misma dimensión al alumnado por aprender. Motivación y orientación, dos palabras mágicas en la práctica docente cotidiana, para incentivar la asunción de responsabilidad en el propio aprendizaje de escolares y estudiantes. Marc Prensky afirma que la pedagogía es una asociación colaborativa de profesores y alumnos en la que es preciso reinventar el proceso de aprendizaje conjugando creatividad y diversión.

 

Nos encontramos ante un reto sin precedentes. El alumno de hoy debe pasar de recibir información a interactuar, de ser reactivo a ser proactivo. Además, la sociedad exige ciudadanos capaces de tomar decisiones y de emprender. Por ello, la escuela del siglo XXI ha de reivindicar la importancia de fomentar el talento de cada uno de los alumnos utilizando como apoyo las posibilidades que nos ofrecen las tecnologías de la información y de las comunicaciones (TIC).

 

En los profesionales docentes se encuentran las claves de la transformación educativa hacia modelos que den respuesta a las demandas de los ciudadanos y de la sociedad de este siglo. Así, en El profesor facilitador: qué debe hacer y evitar describo algunas situaciones sobre el papel del profesor hoy, que nada tiene que ver con el del siglo pasado. Los profesionales docentes nos enfrentamos al reto de vencer el miedo a perder el control y hegemonía de la clase. Nuestra misión no es tanto informar como contestar y orientar para que el alumno aprenda a aprender y a pensar en lo que aprende. Para ello, aceptémoslo, no hay marcha atrás, los profesionales docentes hemos de integrar la tecnología y las redes sociales en el proceso de enseñanza aprendizaje. No se trata de un instrumento más. Es una exigencia irrenunciable de la realidad social que nos toca vivir. Fuera de ahí se encuentra la obsolescencia y el primitivismo.

 

Los docentes somos los verdaderos diseñadores del aprendizaje de sus alumnos. Muchos expertos están de acuerdo en que el profesor debe enseñar menos y aprender más, dedicando una parte significativa de su tiempo, además, a orientar al alumno en el desarrollo de su capacidad de autoayuda. Los alumnos deben transformarse en los verdaderos protagonistas de su aprendizaje, convirtiéndose, en no pocas ocasiones, en maestros de sus profesores. Alumnos y profesores debemos asumir que aquellos serán los verdaderos protagonistas del cambio en la sociedad del próximo futuro. Reflexionemos sobre el perfil de nuestros estudiantes. Los centros educativos tenemos que suprimir los viejos estereotipos de una formación igualitaria, estandarizada, de ¡café para todos! Ahora toca afrontar las peculiaridades individuales de cada alumno, en una sociedad no previsible, para que cada uno afronte mejor los desafíos que la vida le depare. Ello exige un aprendizaje personalizado en el que las TIC se convierten en una herramienta de singular aportación.

 

En esa misión, la educación y las TIC deben confluir en un punto de encuentro que les permita caminar en la misma dirección y sentido. ¡No a las dos velocidades en que conducen actualmente, la mayor parte de las veces! Como he leído, no sé bien donde, “los pasillos de los colegios se han convertido en túneles del tiempo que los niños atraviesan para pasar de un siglo a otro. A la entrada, dejan el siglo en el que viven para llegar hasta un tipo de educación que se asemeja a la que recibieron sus padres y, en algunos casos, sus abuelos. El principal problema de la enseñanza es que los que tienen la autoridad son los más resistentes al cambio. Pero ahora, el líder lo decide la sociedad. Ya no hay una autoridad establecida. Y los hechos mandan, son los que mueven al cambio. Los niños, actualmente, se forman más fuera de las aulas que dentro de ellas. Esa realidad debe conducir al cambio, un cambio radical”.

 

 

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