Entusiasmo y pasión por el cambio educativo

«Si el alumno no supera al maestro, ni es bueno el alumno; ni es bueno el maestro»

 Con este asombroso y significativo proverbio chino quiero iniciar este post que abunda, como en otros anteriores, escritos en el próximo pasado, en la necesidad imperiosa de fortalecer las tendencias iniciadas hace muchos años en Decroly encaminadas a facilitar un aprendizaje de calidad a nuestros estudiantes de Formación Profesional (FP). He dicho bien, usando intencionadamente el término aprendizaje y no enseñanza porque, aun reconociendo su complementariedad, me decanto con determinación por el primero.

 Hoy, la adquisición de conocimientos no es una prerrogativa reservado a las aulas de los centros educativos; ni a los elocuentes maestros y profesores cuyos conocimientos científicos y tecnológicos se me antojan limitados y no exclusivos; ni a los diversos libros de texto, muy caros por cierto, que año tras año publican las más prestigiosas editoriales. Ese modelo ha sido amortizado a favor de otro que contempla la aportación y el impacto de las nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones (TIC), particularmente enfatizado con el acceso generalizado a internet en los hogares, en las escuelas e instituciones y en la ciudadanía; la aparición y uso subsiguiente de las redes sociales; las herramientas que proporciona la web 2.0;… y, ¿cómo no? el cambio adoptado por los profesionales docentes migrando hacia metodologías y prácticas educativas centradas en el alumno, con todas sus connotaciones personales y socioeconómicas.

 El informe Horizonte del New Media Consortium, lanzado en 2002, publica año tras año un estudio sobre las tecnologías emergentes para la enseñanza, el aprendizaje, la investigación creativa y la administración de la información. El trabajo lo realiza un grupo de expertos que conciben cómo serán las tecnologías educativas en el futuro. ¿Qué tendencias tecnológicas y educativas serán realidad a corto, medio y largo plazo? En “Horizon Report 2012 a 2017: Tecnologías y aprendizaje en los próximos años”, recientemente publicado, se aportan unas prospectivas, francamente sugerentes.

 A corto plazo, a 12 meses, los móviles y tablets ya serán considerados como tecnologías para el aprendizaje; a medio plazo, de aquí a 2 ó 3 años, veremos una espectacular incidencia del aprendizaje basado en juego, individual o colectivo, que alcanzará una calidad similar a la que hoy tiene aquellos destinados al consumo de ocio. También, el informe hace mención a las denominadas analíticas de aprendizaje –Google Analytics y similares- que abordarán la complejidad, diversidad y abundancia de información que pueden generar los entornos dinámicos de aprendizaje; en fin, a largo plazo, a 4 ó 5 años, nos familiarizaremos con conceptos como computación gestual, donde el propio cuerpo, expresiones faciales, reconocimiento de voz,  interactuarán con los ordenadores sin necesidad de usar teclados o ratones; o internet de las cosas, a través de sensores que las conecten a la red,…

 Pero volvamos al nuevo modelo de aprendizaje que propugno consolidar y perfeccionar curso a curso en Decroly. Ello tiene mucho que ver con la realidad social que nos ocupa, en la que las TIC y las herramientas web 2.0 han conformado paulatinamente un perfil de alumno altamente influenciado por esas utilidades y los variados y sofisticados dispositivos móviles que las soportan. Las aportaciones de Howard Gardner, descritas en su libro Inteligencias Múltiples; las de Daniel Goleman, argumentadas en su mundialmente conocida obra Inteligencia Emocional y, más recientemente, aquellas que Marc Prensky presenta en Enseñar a Nativos Digitales han sido las semillas que germinaron en mi espíritu innovador y renovador para producir los frutos que incansablemente presento en mis posts, apostando por un cambio radical de paradigma educativo.                                                         

 En esta sociedad, nadie discute el desplazamiento de la información y del conocimiento hacia posiciones vinculadas a la adquisición de competencias básicas, personales, sociales y profesionales. Este posicionamiento, particularmente, refuerza uno de los pilares en los que se sustenta el sistema educativo de este siglo, aprender a aprender, tanto en entornos formales como en aquellos otros no formales e informales. El alumno aprende más, y de forma más casual y divertida, en los últimos ambientes citados, como consecuencia de su capacidad para moverse con fluidez entre distintos contenidos, en espacios y tiempos diferentes; pero ante todo, en los más variopintos contextos con personas y tecnologías interactivas. En suma, el cambio y evolución del aprendizaje, con la inconmensurable ayuda de las TIC, se origina con mayor naturalidad fuera de las paredes de las aulas, en cualquier lugar y momento, veinticuatro horas al día, siete días a la semana.

 Partiendo de esta premisa, Decroly ha evolucionado en los últimos años, perceptiblemente, en el conocimiento y utilización práctica de muchas herramientas propias de la web 2.0 en el día a día. La asunción del nuevo rol del profesorado en la actualidad, consistente en liderar los procesos de aprendizaje de cada alumno, teniendo en cuenta sus inquietudes, pasiones y el entorno multicultural y socioeconómico en el que convive; la valoración de las circunstancias personales de cada discente y la mediación en su progreso y aprendizaje permanentes conforman algunos de los fundamentos pedagógicos básicos del proyecto educativo decroliano. Por ello, el tradicional estándar de lección magistral, el uso del libro de texto, la uniformidad de contenidos,… ya “no vende” y ha dejado paso a otras demandas de la sociedad y de cada alumno que exigen una singularización de su aprendizaje.

 Cada alumno ha de construir su propio conocimiento –aprender a hacer– de forma particular o colaborativamente con otros, también en los entornos formales (aula), de la misma manera que actúa en cualquier otro contexto social. Los alumnos no quieren libros de texto, les aburren; yo tampoco. Por ello, los profesionales docentes de Decroly se enfrentan ante el reto de  plantear a sus alumnos otras actitudes y comportamientos más activos y participativos. Uno de ellos podría ser, ¿por qué no?,  editar colaborativamente, con sus compañeros de grupo, un “libro de texto alternativo”. De esa manera contribuirían a que todos aprendan a partir de sus propias experiencias; a ser  ellos mismos y a vivir y trabajar juntos; en equipo; de forma atractiva, coasociativa y cooperativa; adaptando sus propios intereses  y expectativas a los compromisos adquiridos con el grupo.

Estoy seguro que ese “libro de texto alternativo”, ubicado en la plataforma Moodle del centro, se ajustará más a la idiosincrasia individual de cada alumno; contendrá textos, gráficas y vídeos;… alumnos y profesor interactuarán en chats; en suma, estarán aprendiendo en la medida que van construyendo ese libro y su aprendizaje significativo. A mayor abundamiento, se sentirán importantes porque lo han creado ellos mismos con la simple orientación y dinamización del profesor. ¡Dejemos de ser esclavos de estereotipos, incluso del currículo! Algunos ciclos formativos, los derivados de la LOGSE de 1990, se encuentran, con seguridad, desfasados. Dejemos al alumnado construir ordenadamente el currículo que les interesa, el que demanda la sociedad hoy y que, por otra parte, les exigirá mañana y en el próximo futuro.

 Este nuevo currículo así perfeccionado forma parte de un modelo de trabajo que representa, asimismo, un activo importante en el impulso de las múltiples inteligencias de cada cual. De esa manera, el proceso de aprendizaje aportará algunas competencias instrumentales que Prensky denomina metahabilidades y que se sustancian en: descubrir lo que hay que hacer (comportarse éticamente, pensar de forma crítica, definir metas,…); conseguir que se haga (planificar, resolver problemas, autoevaluarse,…); hacerlo con otros (asumir el liderazgo, comunicarse, interactuar,…); hacerlo de forma creativa (adaptar, investigar, diseñar,…) y mejorar continuamente (reflexionar, ser proactivo, asumir riesgos,…)

 En este contexto, se produce de facto un aprendizaje dialógico, fruto del diálogo igualitario entre los alumnos que conforman cada grupo de trabajo, bajo la atenta mirada del profesor facilitador que estimula el interés por la adquisición del conocimiento. Éste asume una posición de observador y orientador, a la vez que se desprende del tradicional dogmatismo instructivita -café para todos- para facilitar la fluidez de actuaciones creativas e innovadoras, igualmente válidas, generadas por los discentes cuando se les permite aprender libremente. En ese escenario, fluye la ilusión por aprender en un ambiente más natural y parecido al entorno social de cada alumno, fuera de las paredes de la escuela, incorporando además sus experiencias adquiridas en esos ámbitos no formales.

 Quienes trabajamos en Formación Profesional (FP) estamos habituados a los cambios permanentes. Ahora vivimos momentos muy especiales que, por obvios, no es preciso comentar. El Gobierno ha anunciado transformaciones profundas en el actual modelo de FP. Bienvenidas sean las reformas, si se traducen en iniciativas para mejorar. Ahora bien, si han de venir de la Administración, tanto Estatal como Autonómica, asegúrense que sirvan para avanzar hacia un modelo que consagre no solamente la autonomía y desarrollo natural de los centros sino también la de los alumnos, para progresar de acuerdo con su singularidad en la línea que demanda la exigente sociedad de este siglo XXI. Además,  Decroly garantiza a las administraciones públicas, a la ciudadanía, a las empresas e instituciones que de entusiasmo y pasión por el cambio educativo está sobrado.

 Finalizo con una célebre frase que invita a la reflexión, atribuida a Albert Einstein: «Nunca consideres el estudio como una obligación sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber.»

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