El 16 de marzo se paralizó el País, secuestraron la libertad de personas y empresas como consecuencia de no haber querido actuar primero, cuando se conocían desde hacía un mes por medio de la Organización Mundial de la Salud, el Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades de la Unión Europea y diversos informes internos la peligrosidad del virus. Luego fueron miles de muertos que tratan de disimular, la población encerrada, el desplome económico de España con millones de empleos destruidos y las libertades ciudadanas a la discrecionalidad de un Gobierno sin controles democráticos merced al llamado Estado de Alarma que en realidad fue un Estado de Excepción.
Caminamos hacia el crepúsculo veraniego, han evitado establecer un mando central para la situación por no incomodar a los amigos que sostienen parlamentariamente al Gobierno, mientras los rebrotes aumentan muy alarmantemente, la situación económica está gripada con el agravante de una situación turística que padece los problemas de España y el extranjero.
La sensación de derrota es de tal calibre, que parece tarea imposible encontrar algo a lo que aferrarse para tener una esperanza racional que no se encuentre contaminada por la propaganda.
Esta percepción sobre lo que está pasando no es gratuita, están ahí los tozudos datos que muestra los muertos ocasionados cuyo número se acerca a los 50.000, pesada losa sobre la gente que afronta la última parte del verano con la esperanza de un buen comportamiento económico / empresarial truncada y mantiene sobre la cabeza de millones de españoles el desasosiego del paro y unos ERTES cuya finalización no será un retorno al trabajo.
La situación la confirman los diferentes indicadores de actividad económica que se están conociendo, la bolsa castigando a los ahorradores sin saber en donde puede estar su suelo, la cancerígena deuda pública no para de aumentar llegando a superar el 100 % del Producto Interior Bruto hasta los 1,258 billones de euros.
Con este panorama sobre las expectativas del País hay que tener en cuenta la visión de los empresarios, protagonistas muy principales de lo que se avecina y no, desde luego, unos sindicatos politizados y subvencionados hasta la nausea, es necesario saber como evoluciona el Índice de Confianza Empresarial para conocer las expectativas de los protagonistas ante el inmediato futuro, que según datos publicados recientemente por el INE el 55 % de los empresarios se muestran pesimistas ante lo que se avecina, datos corroborados por los principales ejecutivos, según publica FORTUNE, piensan que el año 2021 será tan dañino como están resultando 2020, situación que también ratifica el Indicador de Sentimiento Económico, ESI, elaborado por la Comisión Europea señala a España como la única economía donde la confianza ha empeorado.
Todo esto produce confusión en las tinieblas de esta situación, quiebra de confianza en las Instituciones por su incapacidad para solucionar unos problemas que no dejan de aumentar y desesperación. A ver entonces como reaccionan unos ciudadanos que han estado secuestrados por un infumable estado de excepción y reprimidos por unas policías amparadas por la «Ley Mordaza» del malhadado Jorge Fernández, que sarcásticamente está siendo bien aprovechada por quienes de «boquilla» tanto se opusieron a la misma. Mientras tanto los españoles continúan tan apáticos, temerosos y silentes que parecen amar la servidumbre.