Nunca pasa nada

 «Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes, ya desmoronados …»        Con excepción de los ciudadanos del común  que ante el menor retraso descuido en el cumplimiento de las leoninas y tantas veces absurdas normas con las que las AA.PP acosan a la gente, en España existe la muy fundada sensación que no todos somos iguales ante la ley, mientras que la mayoría cumple o , … cumple, dadas las consecuencias que supone no hacerlo, al contrario de los organismos públicos, empresas relacionadas y políticos cuyos grados de cumplimiento de sentencias y sanciones son radicalmente diferente al del público en general.

Les parece excesivo esto …? no lo crean, la pérdida de calidad democrática tan acusada que estamos soportando como Nación contribuye a ello, donde la separación de poderes en España se ha convertido en una mera separación de funciones.

La democracia son leyes e instituciones sustentadas por la igualdad ante los tribunales, tribunales que trata de pastorear  el ejecutivo que es indisoluble, en España, del legislativo.

Todo esto no muy bien interiorizado por los ciudadanos que sin embargo tienen una muy fundada sensación que no todos somos iguales ante la ley, sensación acentuada a raíz de la pandemia, que permitió impunemente al Ejecutivo iniciar la cooptación de los tres poderes.

Sin ánimo de ser exhaustivo veamos algunos casos : El Congreso de los Diputados ha sido cerrado dos veces con la excusa de la pandemia, hecho antidemocrático hasta el final, pues bien, el Tribunal Constitucional ha pegado un sartenazo a los perpetradores de tal medida totalitaria. Ha pasado algo …?

En ese mismo tiempo el Gobierno decretó el secuestro ciudadano, la más liberticida decisión política desde la dictadura de Franco, ello mientras no ha pasado nada y lo que ha pasado ha sido la compra de suministros sanitarios tan trufados de sospecha que la justicia ha situado bajo la lupa contratos por importe de 650 millones de euros, sin que hasta el momento sepamos que ha ocurrido.

Por estas fechas la justicia ha intervenido anulando el dedazo para nombrar a la Presidenta del Consejo de Estado por lo que han considerado «falta de idoneidad», esto se une la anulación como Fiscal de Sala de lo Togado Militar de Dolores Delgado. Esto sonrojaría a cualquier gobierno democrático en cualquier país democrático, sin embargo aquí no, … aquí no pasa nada.

No es esta una cuestión reciente, la impunidad y el olvido de algunas tropelías políticas se viene dando desde hace años en España. Se ha llegado a militarizar a un colectivo como el de los controladores aéreos a consecuencia de un conflicto laboral que derivó en una huelga, el ministro del ramo tomó una mediad tan populista como antidemocrática que habría hecho feliz a cualquier autócrata sin que pasara nada.

El más nefasto ministro de la democracia, el creador e impulsor de la muy acertadamente llamada «Ley mordaza» el que fue grabado en su propio despacho y se dedicó a conspirar contra contrincantes políticos  utilizando las «facilidades» que su cargo  le daba, continúa dando doctrina en los medios con total desparpajo sin que pase nada.

Otro ministro, de la misma tribu  política que el anterior, en este caso de Hacienda,  utilizó toda la potencia de intimidación de la inspección  tributaria contra un periodista que publicaba informaciones sobre una actividad profesional privada que le molestaban. Aquí que …? nada, no pasa nada.

En donde si ocurrió, la excepción, fue con otro Ministro del Interior, el que propició la llamada «Ley de la patada en la puerta» pues cuando algunos artículos fueron anulados por el Tribunal Constitucional presentó su dimisión. Caso inhabitual de decencia política.

No es solo esto, que no ha pasado nada está acreditado haciendo un repaso que como decía al principio no es exhaustivo , están los casos de la Ugt con la PSV de vivienda, los ERES en Andalucía o el FORCEM. También los casos de Filesa, Malesa, Gurtel, Roldán, Pujol, Banca Catalana, Caja Madrid … todo esto y más ha desfilado por el escenario público sin que realmente los responsables hayan tenido consecuencias políticas de calado, ni la sociedad ha reaccionado democráticamente ante el descrédito que ya nos afecta como Nación, pero lo cierto y verdad es que nos lo hemos ganado por nuestra indiferencia y encogimiento ciudadano.

 

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