Una mirada al periodismo

Desde niño, en cuanto pude enfrentarme a una lectura comprensiva, soy voraz lector de libros y periódicos. No entiendo mi vida sin lectura. Afortunadamente crecí en una familia en donde los libros y el seguimiento diario de periódicos era un hábito de feliz cumplimiento.

Todos los días me asomaba a los periódicos regionales A y DM, también a la Gaceta del Norte del inolvidable Jesús Delgado, recuerdo que eran asabanados , también recuerdo el precio, además de otros de efímera vida que han transitado por los kioskos, ahora los de difusión gratuita y la importancia adquirida por los periódicos digitales.

Además de la afición y las ganas, el egoísmo ha alimentado mi pulsión lectora, pues me han proporcionado conocimiento, con la lectura siempre he ganado yo. No puede ocultar que la actividad profesional me ha «obligado» ha estar pendiente de lo que se publica, sobre todo en los ámbitos institucional, político y económico, con la atención suficiente para poder discriminar esas informaciones; que público objetivo podría interesarse, quien obtiene rédito con su conocimiento, si la información responde a un trabajo periodístico  u obedece a una filtración interesada …

Esto ha sido así  durante años, me ha gustado esta tarea además de «afinarme el olfato» para creerme lo justo de todo lo que se publica.

En estas estamos, en cuanto a información periodística, en donde lo institucional es de una levedad desmoralizadora  trufada de buenísmo, mientras los agradaores  del poder dan las gracias por la subvención recibida o se quejan  por la no lograda.

No son únicamente las instituciones y los subvencionables quienes aparecen por las páginas, la distinción entre los articulistas que son publicados en los periódicos ofrece una variedad que conviene señalar :  Así aparecen los «expertos» de cualquier materia con ganas de demostrar que los son. También publican y se nota demasiado los que ansían algún tipo de promoción personal y / o profesional, también  son habituales los defensores de causas trashumantes o quienes publican para tener un púlpito que les otorgue presencia pública o notoriedad que les facilite alcanzar subvenciones para publicar libros que ni se venden ni se leen.

Otro espacio periodístico de nutrida y variada cofradía son las «Cartas al Director» refugio de las más dispares causas, protestas, reclamaciones … que no hay asunto, obras, zona, barrio que no publique y tenga su sitio en la sección.

No acaba aquí la cosa, grupos de interés , minorías organizadas, grupúsculos en definitiva  con conciencia clara de la importancia de los medios, para lo cual se adaptan al ecosistema con notable eficacia, entre otras cosas por la facilidad que los propios medios les  otorgan espacio para defender sus posiciones, caso de los pelmas de la bici, empeñados en reclamar derechos ignotos cuyo coste deben sufragar los automovilistas, ello ante el incomprensible silencio de la industria del sector. Además, que no falten, los ecologistas de salón frecuentando los medios para avisar de las catástrofes de todo tipo que se avecinan, para lo cual es indispensable hacerles caso  y … subvencionarles, que necesitan el dinero de los contribuyentes para seguir dando la matraca mientras las cúpulas disfrutan de la holganza que el «tinglao» permite.

Y como no !!! también existen los Gabinetes de Comunicación de las Instituciones con la regla de cálculo sobre las noticias que se dan, los tiempos, el espacio publicado, pues como los módulos  y el tratamiento no satisfaga siempre queda eso de recordar la publicidad institucional, aunque algunos medios son tan complacientes que no es necesario que se lo recuerden.

Es necesario hacer una lectura con conocimiento de lo que se mueve alrededor de lo publicado, servirá para valorar la información en su justa medida y mensurar las verdades e intereses  que hacen que eso esté ahí, negro sobre blanco, para influir sobre los lectores.

Tampoco hay que preocuparse más de la cuenta en cuanto a la veracidad de la información, siempre queda asomarse a la sección más leída de cualquier periódico con la seguridad de que lo que allí aparece es cierto y además se publica porque se ha pagado : Las Esquelas. Aunque estas también han padecido alguna «anomalía», como cuando en el fallecimiento de una relevante figura política española en 1989, apareció una esquela en donde la fallecida era despedida por «sus compañeras del María Isabel».

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